jueves, 21 de enero de 2010

De las hermanas Calles y otras alianzas

Por Arouet

O sea que mientras los amantes de Los Simpson se refocilaban con las braguitas de Marge y yo hacía lo propio con las de Luscious López como le consta al respetable, Playboy fraguaba el cañonazo del año para poner ante nosotros la piel de la sangre revolucionaria de Plutarco Elías Calles y Venustiano Carranza. Admitámoslo: esa sí es una manera creativa y festiva de subrayar en el calendario los onomásticos de nuestra historia (aunque, por supuesto, haya quienes consideren con todo su derecho que todavía falta por ver en paños menores a los bisnietos de Benito Juárez y Maximiliano).

Mire el lector a Fernanda e Isabel Calles y Carranza, pero al menos al principio no lo haga con pasión ligera. Quizá de este modo pueda entender las alianzas políticas que, con miras a los próximos comicios, se están gestando entre el PAN y el PRD. No exagero, como todos sabemos en su momento el general Calles detestó tanto al padre de la Constitución Mexicana que buscó derrocarlo como Presidente del país y luego, con el paso de los años y uno que otro casco destemplado, las familias de ambos próceres de la patria se fueron juntando hasta que dieron forma a esas dos hermanas suculentas a las que, ahora sí, usted puede mirar con ilusiones contra natura y ánimo perverso. Es como si dentro de unos años las nietas de Jesús Ortega y César Nava se llamaran, digamos Andrea y Carla Ortega Nava, luego de una intensa y tórrida historia de amor desarrollada en Hidalgo, Puebla o en Oaxaca.

Gracias a Playboy y, claro, a las respectivas consultas ciberelectrónicas, sé que don Plutarco redactó un código civil para que la mujer no fuera privada por razón de su sexo a tener y a ejercer derechos, razón por la cual, por ejemplo, ahora sus nietas pueden exhibirse en muy pocos trapitos para solaz de revolucionarios, reformistas, arribistas o chaqueteros (y con ese último término me refiero también a los que cambian de partido político según la ocasión).

Y en ese orden de ideas cabe señalar que le debemos a Carranza que, dentro del clima de libertades del que ahora gozamos, ahora podamos adquirir un ejemplar de la citada revista en cualquier kiosco del país e incluso lo podemos hacer con la ilusión de ver exhibido algún ejemplar de “La Tataranieta fogosa del Ahuizote”. Que nadie se espante, si ya conocimos los tenis del hijo de uno de los que se ostenta como héroe contemporáneo de la nación, que no sepamos ahora, y con mayor razón, de las opulentas zonas de aquellas inocentes chiquillas a donde cualquier hijo de vecino, como el de la voz, quisiera redactar el Plan de Agua Prieta.

Además, no cabe duda de que Playboy suscita diversas fantasías, yo por ejemplo quisiera ver a la bisnieta de doña Josefa Ortiz de Domínguez, como el milagroso resultado de ciertos devaneos que la descendencia de la heroína hubiera tenido con algún familiar de Miguel Hidalgo y Costilla. Incluso conozco a alguien que, proclive a las sensaciones fuertes, optaría por alguna fruta jugosa de la huerta de Don Victoriano o proveniente del árbol genealógico de Pancho Villa. Junto con todo esto, es inevitable hacer una proyección futurista que pudieran disfrutar nuestros hijos en las páginas de aquella publicación.

Imaginemos así a la nieta del subcomandante Marcos, con capucha y carrillera, cuya línea materna descendiente proviniera de, digamos, Xochitl Gálvez para además de todo, también escuchar a la hermosura profiriendo palabrotas de ésas con las que cualquiera desfallece en la cama. ¿Qué tal?

Fuente: http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=2812

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