lunes, 19 de octubre de 2009

LOS ZETACORP INC

Por Víctor Hugo Michel

Si pudieran cotizar en Wall Street probablemente se les conocería como Zetacorp Inc., un corporativo con holdings en Centro, Sur y Norteamérica, ganancias multimillonarias al año gracias a sus inversiones en distintas áreas productivas, excelente posicionamiento comercial de su marca, algunos competidores feroces, miles de empleados y convenios estratégicos en distintos continentes.

Como cualquier otra empresa, tendrían un CEO (Chief Executive Officer), una junta de directores, administradores de área, abogados y hasta un sistema para la resolución práctica, eficaz y directa de controversias internas: la pistola.

Pero aun cuando por ahora Los Zetas no venden paquetes accionarios ni se han convertido en una sociedad anónima, para algunos de los principales cerebros militares en Washington, el brazo armado del cártel del Golfo ha comenzado su evolución hacia un nuevo nivel y hoy se asemeja más a una multinacional altamente exitosa tipo Fortune 500 —como Ford, McDonald’s o Apple— que a una simple pandilla callejera de sicarios.

“Los Zetas son ya un ejército privatizado que opera como una compañía trasnacional eficiente (…) lo que buscan no es destruir al Estado mexicano. Prefieren un Estado débil, un México a modo que los proteja de Estados Unidos”, sostiene un estudio ordenado por el Colegio de Guerra del Ejército estadunidense en torno al funcionamiento del grupo armado.

Elaborado por el Centro de Estudios Estratégicos (SSI) del Colegio de Guerra del Pentágono y enviado a los principales mandos militares de Washington, el Comando del Sur y el Comando del Norte a principios de este mes a manera de ficha informativa, el reporte busca analizar a fondo la psicología operativa detrás de Los Zetas, a los que califica directamente de “riesgo hemisférico” ante su capacidad para operar internacionalmente pero, principalmente, de pensar en términos económicos avanzados.

El estudio, advierte el SSI, “no necesariamente” refleja la opinión del Departamento del Ejército, de Defensa, o el gobierno de EU.

“La organización militar privada de Los Zetas es muy parecida a cualquier organización global de negocios que puede responder a cualquier reto, oportunidad o situación emergente con velocidad, flexibilidad y efectividad”, se expone en el reporte, elaborado por el especialista en movimientos armados mexicanos Maximilian Manwaring.

Manwaring, un ex coronel del Ejército de Estados Unidos convertido en analista de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa y en catedrático, es enfático al señalar que Los Zetas no pueden ser analizados como una estructura piramidal —con un jefe de jefes al tope—, sino más bien como algo parecido a “círculos concéntricos”, es decir, como una empresa con todo y su junta directiva.

“Esta agrupación comparte muchas de las características de una multinacional Fortune 500: es una organización que busca hacer dinero, expandir sus mercados y moverse y actuar libremente dentro de las jurisdicciones políticas en las que trabaja”, se argumenta en el reporte.

En el largo plazo, se indica, la principal prioridad de Los Zetas es “operar un negocio exitoso”, uno que pueda promoverse adecuadamente y protegerse de sus competidores al mismo tiempo que pueda diversificar sus actividades, limitar sus riesgos, aprender de sus errores y explotar oportunidades comerciales, como cualquier otra trasnacional.

Método Z: Buziness

Bajo esta tesis, cuando Los Zetas ordenan una ejecución no es sólo lo que popularmente se conoce como un ajuste de cuentas. Es, en realidad, un despido en su forma más extrema o un corporate takeover cuando se trata de un rival.

Para el SSI —institución conocida como la “materia gris” del Pentágono—, la aparición de Los Zetas se explica ante la transformación sufrida por México en las últimas tres décadas de una Nación-Estado a un “Estado-Mercado”, cimentado en el capitalismo y en el que la capacidad de ejercer violencia se vuelve un método atractivo para acumular ganancias.

Para esta organización, explica, no hay nada menos atractivo que realmente hacer desaparecer al Estado mexicano, como se hubiera propuesto en algún momento un grupo guerrillero. Por el contrario: Los Zetas quieren que el gobierno mexicano sobreviva… apenas.

Primer punto de la tesis: “Como una empresa, a diferencia de otras organizaciones militares privadas, grupos insurgentes y neopopulistas, la organización de Los Zetas parece no estar interesada en destruir por completo el tradicional sistema mexicano político-económico-social y reemplazarlo con uno propio. En cambio, pugnan por una opción menos radical: capturar el Estado”.

Segundo punto: “Para alcanzar este objetivo, los líderes de Los Zetas han determinado que, como un mínimo, deben poder viajar libremente, comunicarse y transferir fondos por todo el mundo. Para esto, necesitan estar cerca de centros poblacionales que funcionen. Por ello, Los Zetas no quieren un Estado completamente fallido. Prefieren a un México débil pero moderadamente funcional, un cascarón de soberanía estatal que los proteja de intervención del extranjero, particularmente de Estados Unidos, pero que les permita operar con impunidad”.

En el reporte del SSI se establece que, para encaminarse hacia este fin —el de dominar al Estado o debilitarle lo suficiente—, Los Zetas han logrado ubicarse como el modelo a seguir, la marca más confiable, un trademark reconocido en la calle de forma sencilla y directa por la población general como sucede con una Coca-Cola, una Big Mac u otros productos de fácil identificación.

“Aunque hay otras organizaciones militares privadas de sicarios en México, Los Zetas parecen ser el grupo más dirigido a obtener sus objetivos. La organización y planeación zeta ha sido impresionante y el valor de impacto en la opinión pública de sus operaciones es sin igual”, se añade.

Manwaring llega a una conclusión directa. Apunta a que el brazo armado del cártel del Golfo es una organización con bastantes cerebros funcionando:

“Después de revisar los hechos, los brutales métodos que Los Zetas usan para insinuar su poder sobre la gente, uno sólo puede entender que estos hechos criminales aparentemente al azar y sin sentido tienen en realidad objetivos político-psicológico específicos.”

Fuente: http://www.milenio.com

EL DATO CULEBRA

Por Martín Velez.-

El dato culebras no tiene sentimientos; y si los tuviera, fueran sentimientos malos. No le importa, al dato culebras, destruir teorías y campañas muy bien sustentadas, acaso bien intencionadas, sobre los más diversos aspectos de la actividad humana. El dato culebras es, pues, malo y destructivo.

El más trascendente de todos los datos culebras se lo regaló a la humanidad Galileo Galilei. Todas las ciencias y todos los dioses milenarios, anteriores a Galileo, indicaban que la Tierra era el centro del Universo; todo cuanto había en él giraba en torno a ella. Entonces llegó Galileo con su tubito y sus vidrios pandos (el telescopio) y dio con el Dato Culebras: no es el Sol, es la Tierra la que gira en su derredor (además, la muy canija, baila sobre su eje). Seguramente fue Javier Lozano, en alguna remota vida anterior, quien le advirtío a Galileo, “coopelas o cuello”. Galileo, que no era tonto, coopeló; a sabiendas de que el dato culebras, por él descubierto, se encargaría de destruir todas las teorías geocéntricas, que la humanidad había tardado miles de años en desarrollar.

Para no ir muy lejos, ni en el tiempo ni en el espacio, en México, actualmente existen algunos datos culebras. Veamos, por ejemplo, el caso de la “guerra” antinarco. Solo los muy mezquinos, los que no quieren el bien de México, no reconocen la batalla heroica de Felipe Calderón contra todos los cárteles de la droga (menos uno). Toda la propaganda gubernamental, todo el esfuerzo de legitimación del régimen, pasa por combatir a todas las bandas del crimen organizado (menos una). Miles de “grandes capos” han ido a la cárcel; otros tantos miles han muerto, junto a muchos inocentes que ya no pudieron ver su cabeza rodar. Millones de spots “para que la droga no llegue a tus hijos”. Pero toda la campaña del gobierno contra las drogas, toda la sangre derramada, se estrella frente a un dato culebras: en los últimos seis años el consumo de drogas se ha duplicado. Por cada adicto que había en 2003, hoy tenemos dos. Con el agravante que la edad de inicio en el consumo se ha reducido en el mismo lapso. ¿Para que la droga no llegue a tus hijos?

En el caso del Sindicato Mexicano de Electricistas existe una campaña, cuyo fin es justificar el golpe mediante el cual desaparecieron, de un plumazo, 47 mil empleos. La campaña se basa en presentar a los trabajadores electricistas como una casta de privilegiados, culpables no solo del quebranto de la Compañía de Luz y Fuerza, sino de la falta de crecimiento del país (entre un 1.0 y un 1.5 de PIB, según ha dicho Calderón). Es decir, que los electricistas echados a la calle son quienes han generado el desempleo que, incautos de nosotros, hasta ahora habíamos atribuido al deficiente trabajo del “presidente del empleo”. Sin embargo toda la campaña, a favor del cándido Felipe y contra los electricistas desalmados, topa frente a otro dato culebras: el salario promedio de los trabajadores del SME es, era, de $6,000.00 pesos mensuales. Veinte mil electricistas ganaban, al mes, menos de esa cifra. Ganaban seis mil pesos y todavía querían más, los muy ingratos. Todavía más: las prestaciones de los electricistas de Luz y Fuerza son equivalentes a las prestaciones de los trabajadores de CFE, según un comparativo de El Universal.

Es muy importante que ese dato no se divulgue, porque la campaña se cae. Para Calderón, para Gómez Mont; para todos los periodistas-rockola como López Dóriga, Alatorre, Ferriz, Cárdenas, Beteta, Gómez Leyva, Ruiz Healy; para todos sus imitadores locales, es muy importante que el anterior dato no se conozca. Pero la verdad prevalecerá, aunque se tarde, como casi siempre. Entonces todos ellos quedarán como lo que son….vatos culebras.

Martín Vélez.

Publicado en http://dossierpolitico.com

LOS 10 ERRORES DE CALDERÓN

Por Raúl Trejo Delarbre.- 1. Alevosa nocturnidad. Si estaba convencido de que era algo bueno, el presidente Felipe Calderón se saboteó a sí mismo al realizar la extinción de la Compañía de Luz como si se tratara de una decisión mala. Decreto a media noche, ocupación policiaca, sabadazo antisindical, fueron planeados para sorprender al SME pero también a la sociedad. Todo lo contrario de las decisiones que se anticipan, sometidas a la deliberación primero y después al escrutinio de los ciudadanos y que definen a una sociedad abierta. Calderón actuó como quien sabe que no tiene la razón, pero dispone de la fuerza.


2. Legalidad discutible. La mayoría de los partidos, abiertamente o con un consenso pasivo, descartaron la impugnación por inconstitucionalidad al decreto de liquidación. Ese flanco quedó al menos formalmente resuelto. Pero sigue habiendo agujeros legales como el que implica la abrupta suspensión de las relaciones laborales sin que haya mediado resolución de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.

3. Antisindicalismo. El gobierno promovió, exacerbó y luego aprovechó el explicable ánimo antisindical que hay en sectores importantes de la sociedad. Los sindicatos, de todos colores y trayectorias, se han ganado la animosidad de los ciudadanos con prácticas inmoderadas y atropellando algunos de ellos derechos como el de libre tránsito. Ahora, la exacerbación del discurso antisindical refuerza algunos de los prejuicios ideológicos más conservadores de la sociedad mexicana.

4. Demonizar al SME. Los problemas de la electricidad en México son añejos y enmarañados. El sindicato abusó de esa industria y de los usuarios. Pero las limitaciones en el equipamiento, los aplazamientos en la integración con la CFE, las políticas tarifarias y el desconcierto administrativo no eran culpa de los trabajadores sino del gobierno mismo.

5. Desorientación. Reacio a la deliberación democrática, el gobierno eligió la táctica del descontón político pero sin saber qué seguiría en la reorganización de la industria. Solamente tres días después de la acometida contra el sindicato, se anunció que la conducción del fluido en las zonas que eran atendidas por Luz y Fuerza quedaría a cargo de la Comisión Federal de Electricidad. Y tuvieron que pasar cuatro días para que Calderón asegurase que no habrá privatización. Sin un diagnóstico integral de los problemas de la industria eléctrica (al menos sin una evaluación pública) el gobierno carecía, desde luego, de un proyecto también completo.

6. Expectativas. Al festejar la clausura de empresa y sindicato, el presidente suscita nuevas expectativas públicas. Si ya dio ese golpe, se dice, puede propinar otros. Aun está por verse si su nuevo talante conduce a Calderón a emprender nuevas y auténticas reformas, o a un reforzado autoritarismo… o a una nueva parálisis gubernamental.

7. Billetazo. Está bien que a los electricistas despedidos no solamente se les ofrezcan las indemnizaciones que les corresponden según la ley, sino algo más. Pero la promesa de montos adicionales para quienes se apresuren a admitir la liquidación y la propaganda de compensaciones que parecen cuantiosas resulta poco elegante. O, para decirlo en otro tono, la insistencia en que aprovechen hoy tales ofertas porque mañana será tarde, son ofensivas para los trabajadores y sus familias –y no harán sino exacerbar su rencor–.

8. Espaldarazo al SUTERM. El gobierno aniquila un sindicato incómodo y al que ha condenado en exceso, para entregarle la representación de los trabajadores a un sindicato corrupto, antidemocrático y chantajista. Esos son términos apenas justos para describir al Sindicato Único, que reúne a los trabajadores de la CFE y los mantiene adheridos al PRI. Ese es el sindicalismo al que respalda el presidente Calderón.

9. Empuje a la coalición obradorista. Golpeado y perseguido, el SME corrió a guarecerse en el frente que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Gracias a esta coyuntura, ese ex candidato volvió a presidir concentraciones multitudinarias. La liquidación del SME será una bandera reiterada en el ánimo contestatario frente a cualquier iniciativa del gobierno y, más tarde, en el mitificado y anticipadamente conflictivo 2010.

10. Negación de la política. La reputación de Calderón como político negociador, proclive a construir acuerdos, quedó anulada o al menos severamente maltratada. La oscuridad, la malevolencia, la fuerza y el sobresalto que el gobierno consideró indispensables para cerrar la empresa eléctrica, eran propias de un priismo del cual, por lo visto, el presidente actual no está muy alejado.

Publicado en emeequis