martes, 28 de octubre de 2008

LOS BÁRBAROS


LA BALLESTA

Eliseo Gaxiola Aldama.

“M

urmuren Víboras” mencionaba invariablemente Tomás Mojarro al finalizar sus intervenciones de escasos jugosos festivos 5 minutos y que a un sector intolerante de la audiencia se les transfiguraban en un largo siglo durante aquel programa llamado “Sábados con Saldaña” que trasmitía el canal trece tiempo antes de la malhadada desventurada privatización de la señal televisiva y que actualmente es refugio para y de empresarios voraces y ¿algunas veces? francamente delincuenciales sino pregúntenle a Javier Corral aquel legislador fronterizo chihuahuense para más señas que tuvo la osadía de enfrentarlos.

Pero, eso es harina de otro costal. El hecho es ¿Por qué se me vino a la mente Tomás Mojarro y la frase “Murmuren Víboras”? ¿Por qué redactar la entrada de esta columna prescindiendo de puntuación? ¿Por qué escribir esta columna, cuál el beneficio? ¿Es acaso falta de elixir? puede ser.

La ausencia de elixir me otorga la certidumbre para afirmar que el poeta griego llamado Constantino Kavafis se equivocó: Los Bárbaros si llegaron.

Los Bárbaros ya están aquí para el infortunio de los desembarazados de toda clase de intolerancias.

¿Quiénes son los bárbaros?, son los obcecados en emprender la militarización con la excusa de una guerra inútil “contra del crimen organizado” y para acabarla de amolar, detestablemente aferrados en incitar a la población civil a participar en ella.

Las consecuencias del empecinamiento del gobierno federal son conocidas: Un reguero de muertos a lo largo y ancho del país, más de tres mil durante este año.

Y si bien en un principio se trataba de “narco ejecuciones”, de muertes “nomás entre ellos”, ahora las derivaciones de esta guerra, que para algunos analistas en seguridad nacional es un poco ficticia y mediática, se están ciñendo a la población civil.

Ejemplos: Los pobladores masacrados en Creel, Chihuahua, por la "confusión" de una banda de pistoleros, la matanza de 24 hombres, humildes albañiles, arrojados en un paraje de La Marquesa, lugar de descanso familiar y recientemente el atentado en Morelia, Michoacán con su estela de ocho muertos y más de cien heridos.

Son mensajes de terror que dan oportunidad a los Bárbaros a derivar en la solución más siniestra: La militarización.

Los especialistas, como Erubiel Tirado, que coordina un diplomado de seguridad nacional en la Universidad Iberoamericana, identifican esta guerra como inútil y una estrategia equivocada que sólo conducirá a una crisis de violencia, pues empiezan a cerrarse los espacios a la participación civil; dicen que la militarización ya está en puerta

Por lo pronto, mientras se instalan las destacamentos ( aumento emergente al presupuesto del 16.1% a la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena.) es evidente que se ha consolidado la estrategia de autorizar la mano dura para el poder judicial (aumentos emergentes de los presupuestos hasta en 49.8% a la Secretaría de Seguridad Pública (SSPF) y del 29% a la Procuraduría General de la República, PGR.) y de los efectos de esta maniobra colamos todos, vamos pues, la participación de uno de de los segmentos del poder judicial, como lo son las diferentes corporaciones formadas para investigar, reprimir y prevenir el delito, ya no es selectiva a los grupos delincuenciales organizados y este ablandamiento de las instituciones, como las legislaturas locales, para con el poder judicial permite actos de barbarie hacia grupos vulnerables como lo es la población carcelaria o de abusos de poder hacia la población civil.

Y este fenómeno ya es visible en el noroeste del país.

En Tijuana, Baja California fueron asesinados 23 reos que se amotinaron por el asesinato de uno de sus compañeros por custodios del penal.

La información del corresponsal del diario La Jornada, Antonio Heras, sostiene que La mayoría de los muertos durante el motín del penal de La Mesa, Tijuana, recibieron en cráneo, tórax y abdomen disparos de armas reglamentarias (calibres 9 milímetros, .223 y 7.62) presuntamente accionadas por la Policía Federal Preventiva (PFP)”.

Y amplía la información: Fuentes del Grupo Táctico –formado por corporaciones de los tres niveles de gobierno– dijeron que militares y agentes federales son señalados por haber disparado directamente contra los internos porque “se engolosinaron”. A diferencia de las corporaciones estatales, que usaron balas de goma, los de la PFP utilizaron fusiles y pistolas de cargo.

El gobierno estatal sólo dio a conocer los nombres de los internos heridos, de los cuales 33 presentan heridas de bala en pies, piernas, brazos, cabeza, cuello y testículos, pero no ha emitido información alguna sobre los muertos, ni siquiera de los dos fallecidos el domingo, que fueron incinerados, ni de otros dos que fueron abatidos por disparos de arma calibre 9 milímetros en tórax y abdomen. Es decir, en esta semana han sido asesinados 22 reos en esa prisión, además del que presuntamente murió a manos de los celadores, homicidio que habría desatado el motín del domingo”.

Finalmente el corresponsal, Antonio Heras, indicó que “La Secretaría de Seguridad Pública Estatal señaló que luego de los dos motines suscitados en menos de tres días, el gobierno del estado, con respaldo de la Secretaría de Gobernación, determinó que la PFP asuma provisionalmente el mando del penal”.

Si bien en Sonora no se ha llegado a estos extremos, de unos meses a la fecha, que coincide con el inicio del “combate a la delincuencia organizada” en la entidad, los medios de comunicación han documentado el aumento en denuncia de maltratos y abusos de poder por elementos de las diferentes corporaciones policiacas tanto municipales y estatales, hacia la población civil.

Y en este repunte de quejas por los excesos de las corporaciones policiales de Sonora, las instancias responsables de observarlos y limitarlos a su función, como lo son los Órganos de Control y Evaluación de los gobiernos municipales y la Comisión Estatal de los Derechos Humanos han jugado, por decirlo de alguna manera, un tibio papel.

Se han registrado casos donde luego de recibir la queja por abuso de poder por elementos de la Policía Estatal Investigadora (PEI) la Comisión Estatal de los Derechos Humanos carea a las partes involucradas donde el o los quejosos son abiertamente amenazados por los elementos policiacos.

Ante la pasividad de los representantes de la Comisión Estatal, aunado al clima de incertidumbre generado por la violencia, el quejoso opta por desentenderse de su queja.

Respecto a las corporaciones municipales se distinguen por la extorción a ciudadanos que tienen la mala fortuna de toparse con retenes instalados en puntos “conflictivos” de las diferentes ciudades sonorenses.

En Nogales es moneda de uso corriente esta práctica. La función preventiva de la corporación se limita en amedrentar, extorsionar.

Documentar los casos agotaría el espacio asignado al columnista, basta y sobra escuchar en los medios de comunicación electrónicos las numerosas denuncias de ciudadanos que para su mala fortuna se han topado con estos retenes.

Si bien el ayuntamiento de Nogales respecto a la seguridad pública afirma que “seguimos con una estrategia intensiva de depuración….de los cuerpos policiacos” contradictoriamente el Órgano de Control y Evaluación del Gobierno Municipal, así como la Dirección de Seguridad Pública ponen oídos sordos a las quejas.

Y estas omisiones permiten que los excesos del personal de seguridad pública se arraiguen, que sean práctica común y es que de la simple extorción a hechos de abuso de poder más complejos solo hay un paso.

Con esto nos damos cuenta que las acciones de cada esfera de gobierno (federal, estatal y municipal) en está “guerra contra la delincuencia organizada” la están convirtiendo (de la mano de los narcotraficantes y sus sicarios que en esta ciudad han asesinado a 73 personas en el año) en guerra contra los ciudadanos.

Así las cosas, paradójicamente los tres niveles de gobierno anuncian el aumento de los presupuestos de los cuerpos policiacos y castrenses. Recursos que son urgentes en otras áreas, para crear empleos, aplicarlos en programas de salud y educación.

Si, Constantino Kavafis sí se equivocó: Los Bárbaros ya están aquí.