jueves, 28 de enero de 2010

Forman frente común Mineros y Electricistas

Por Eliseo Gaxiola Aldama.

Nogales, Sonora.- Ante dirigentes locales de los sindicatos petroleros, de maestros, secciones 28 y 54 del SNTE, de telefonistas y músicos, representantes del Comité Ejecutivo Nacional de los sindicatos electricista y mineros indicaron que se tomaran “acciones más radicales en el momento que las fuerzas federales intenten tomar las instalaciones del mineral de Cananea”.

Oscar Leslee Figueroa, representante del Comité Ejecutivo Nacional del SME, informó que la presencia en Nogales de la caravana sindical, que inició su recorrido en Mexicali, es “para decir ya basta”.

Así mismo, el delegado sindical aseguró que ante las amenazas de la compañía minera Grupo México de romper la huelga en Cananea utilizando la fuerza pública, integrantes de SME conformaron “batallones de apoyo y defensa de los compañeros mineros en Cananea”.

En ese sentido, Jesús Ciprian, segundo vocal del consejo de vigilancia y justicia del Comité Ejecutivo Nacional del sindicato minero, informó que el día de hoy las dirigencias y base del los sindicatos de electricista y mineros acordaron en asamblea en la ciudad de México “Tomar acciones más radicales en el momento que las fuerzas federales intenten tomar las instalaciones del mineral de Cananea”.

“Ahorita estamos organizando un desplazamiento (a Cananea) en caso de que las fuerzas federales pasen de las palabras a los hechos”, dijo.

Abundó que también se conformó el “frente nacional de mujeres en lucha por la dignidad” que lo integran esposas de los mineros en huelga en Taxco, Guerrero; Sombrerete, Zacatecas y Cananea, Sonora.

Por su parte Jacinto Martínez Serna, secretario del trabajo de la sección 65 del sindicato minero con base en Cananea, sostuvo que hasta el día de hoy sólo 25 mineros sindicalizados han acudido a solicitar su liquidación que desde el lunes pasado la compañía minera “Grupo México” ofertó.

“En días pasados la agencia oficial de noticias Notimex soltó que el 30 por ciento del personal sindicalizado habían optado por su liquidación, lo cual es falso. Para eso se necesita liquidar alrededor de 300 compañeros”, aseguró.

“No criticamos a los compañeros que han optado por su liquidación. Son gente que es de fuera y ante las medidas de presión que hemos sigo objeto, como desaparecer el servicio médico, pues entendemos la situación que se está viviendo”, dijo.

Según los dirigentes sindicales la posibilidad de la toma de las instalaciones de la mina por la empresa utilizando “esquiroles o la fuerza pública federal” es una realidad que “está latente”.

El hecho de que la compañía minera se adelante al resolutivo de la Junta Federal del Trabajo, amparo que el sindicato minero introdujo, sobre la existencia del contrato colectivo de trabajo, contratando gente es una señal hacia dónde van las cosas, dijeron.

“La semana pasada empezaron (la compañía minera) a contratar gente en Nacozari para venir a sacarnos sin esperar el fallo legal sobre la existencia del contrato colectivo de trabajo que nos rige con la empresa”, aseguró Martínez Serna.

“¿Si está tan segura la compañía de que el fallo será a favor de ella, que no existe el contrato, entonces porque la compañía está ofreciendo liquidar bajo el contrato de trabajo?”, apuntó.

“La gente en asamblea decidió defender su fuente de empleo y si para eso es necesario quemar maquinaria, defender con sangre, pues lo haremos”, afirmó.

Solicitó la intervención del gobierno del estado en la reactivación económica de Cananea “el 20 de noviembre fue a Cananea (el gobernador Guillermo Padrés Elías) y soltó un boom de no sé qué cuántos millones de pesos le iba a meter a Cananea, que iban a pavimentar, y ahorita es tiempo que no empiezan a hacer nada…él es cananense y se supone que está dónde quería estar”.

“La única actividad económica de Cananea es la mina. Arreglando el asunto de la mina se arregla Cananea”, apuntó.

En contra parte, el representante de la sección 65 denunció la intrusión del gobierno del estado en la vida interna del sindicato con la intención de desvirtuar el movimiento de huelga.

Sin dar a conocer nombres aseveró que “gente que es de Cananea, que está dentro del gabinete, ha tratado de desvirtuar el movimiento. Hace como 15 días a tres compañeros de la base los mandaron llamar del gobierno del estado. Fueron y estuvieron platicando con ellos. Llegaron a la asamblea y trataron de desconocer al comité; plantearon que se formara un comisión para ir a negociar con el gobierno del estado y la empresa”.

“Guillermo Padrés Elías, el gobernador, ha fallado a su palabra”, aseguró.

Aclaró que el movimiento de huelga no es en defensa del dirigente nacional, Napoleón Gómez Urrutía.

“Se cacaraquea mucho que nosotros estamos en movimiento de huelga por estar defendiendo a Napoleón Gómez Urrutia. No, no es cierto. Napoleón no se atiende en el hospital del Ronquillo. A él no le da la Comisión Federal de Electricidad la luz de aquí, de Cananea, ni le da el gas. Él tiene su vida aparte. Él se defiende, con sus abogados, del problema que trae y nosotros nos defendemos del problema que traemos”.

Por otra parte, Oscar Leslee Figueroa, tras explicar que detrás del decreto de extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro están las intenciones de privatizar el servicio eléctrico, convocó a una huelga nacional de pagos de energía eléctrica, impuestos y tenencias.

“Para tal motivo los sindicatos mineros, electricistas y telefonistas se han constituido en asamblea permanente de resistencia popular que permita articular estas acciones y realizar un gran paro nacional”, dijo.

jueves, 21 de enero de 2010

De las hermanas Calles y otras alianzas

Por Arouet

O sea que mientras los amantes de Los Simpson se refocilaban con las braguitas de Marge y yo hacía lo propio con las de Luscious López como le consta al respetable, Playboy fraguaba el cañonazo del año para poner ante nosotros la piel de la sangre revolucionaria de Plutarco Elías Calles y Venustiano Carranza. Admitámoslo: esa sí es una manera creativa y festiva de subrayar en el calendario los onomásticos de nuestra historia (aunque, por supuesto, haya quienes consideren con todo su derecho que todavía falta por ver en paños menores a los bisnietos de Benito Juárez y Maximiliano).

Mire el lector a Fernanda e Isabel Calles y Carranza, pero al menos al principio no lo haga con pasión ligera. Quizá de este modo pueda entender las alianzas políticas que, con miras a los próximos comicios, se están gestando entre el PAN y el PRD. No exagero, como todos sabemos en su momento el general Calles detestó tanto al padre de la Constitución Mexicana que buscó derrocarlo como Presidente del país y luego, con el paso de los años y uno que otro casco destemplado, las familias de ambos próceres de la patria se fueron juntando hasta que dieron forma a esas dos hermanas suculentas a las que, ahora sí, usted puede mirar con ilusiones contra natura y ánimo perverso. Es como si dentro de unos años las nietas de Jesús Ortega y César Nava se llamaran, digamos Andrea y Carla Ortega Nava, luego de una intensa y tórrida historia de amor desarrollada en Hidalgo, Puebla o en Oaxaca.

Gracias a Playboy y, claro, a las respectivas consultas ciberelectrónicas, sé que don Plutarco redactó un código civil para que la mujer no fuera privada por razón de su sexo a tener y a ejercer derechos, razón por la cual, por ejemplo, ahora sus nietas pueden exhibirse en muy pocos trapitos para solaz de revolucionarios, reformistas, arribistas o chaqueteros (y con ese último término me refiero también a los que cambian de partido político según la ocasión).

Y en ese orden de ideas cabe señalar que le debemos a Carranza que, dentro del clima de libertades del que ahora gozamos, ahora podamos adquirir un ejemplar de la citada revista en cualquier kiosco del país e incluso lo podemos hacer con la ilusión de ver exhibido algún ejemplar de “La Tataranieta fogosa del Ahuizote”. Que nadie se espante, si ya conocimos los tenis del hijo de uno de los que se ostenta como héroe contemporáneo de la nación, que no sepamos ahora, y con mayor razón, de las opulentas zonas de aquellas inocentes chiquillas a donde cualquier hijo de vecino, como el de la voz, quisiera redactar el Plan de Agua Prieta.

Además, no cabe duda de que Playboy suscita diversas fantasías, yo por ejemplo quisiera ver a la bisnieta de doña Josefa Ortiz de Domínguez, como el milagroso resultado de ciertos devaneos que la descendencia de la heroína hubiera tenido con algún familiar de Miguel Hidalgo y Costilla. Incluso conozco a alguien que, proclive a las sensaciones fuertes, optaría por alguna fruta jugosa de la huerta de Don Victoriano o proveniente del árbol genealógico de Pancho Villa. Junto con todo esto, es inevitable hacer una proyección futurista que pudieran disfrutar nuestros hijos en las páginas de aquella publicación.

Imaginemos así a la nieta del subcomandante Marcos, con capucha y carrillera, cuya línea materna descendiente proviniera de, digamos, Xochitl Gálvez para además de todo, también escuchar a la hermosura profiriendo palabrotas de ésas con las que cualquiera desfallece en la cama. ¿Qué tal?

Fuente: http://www.etcetera.com.mx/articulo.php?articulo=2812

domingo, 17 de enero de 2010

El general que Fox entregó

Para simular logros en la lucha contra el narco, el presidente Fox, su procurador Rafael Macedo y su secretario de Defensa, Gerardo Clemente Vega, encarcelaron al general Ricardo Martínez Perea.

Por Juan Carlos Romero Puga/Milenio Semanal
Es mayo de 2007. Ha llovido toda la madrugada. Pasan de las nueve, pero una fina llovizna continúa cayendo terca. La puerta ocho del Campo Militar Número Uno se abre camino a la populosa zona de El Molinito, a unos minutos del Toreo de Cuatro Caminos, en Naucalpan, que al cabo de un par de años desaparecerá. La reja es apenas custodiada por un par de soldados que soportan el mal clima con una capa impermeable y que se limitan a señalar la mesa que se instala jueves y domingo a unos 100 metros de esa entrada.

Cuatro militares se encargan de hacer un primer registro a quienes pretenden entrar, cotejan la credencial de elector con la lista de visitantes —que los detenidos en la prisión militar deben proporcionar semanalmente para poder acceder al privilegio—, e indagan sobre la relación entre la visita y el preso. Están prohibidos los teléfonos celulares, cualquier grabadora, cámara y cualquier cosa que permita registrar impresiones del lugar.

La prisión se encuentra en el centro del Campo Militar y sólo se llega en un autobús que hace un recorrido de 10 minutos por la zona habitacional, los almacenes generales, el batallón de Transportes. A espaldas del área de Juzgados, la parte visible del lugar, está la cárcel. Se entra por un costado a través de un grueso y enorme portón metálico verde claro, donde un nuevo grupo de soldados de bajo rango, armados, vuelven a hacer las mismas preguntas para verificar la identidad del visitante. Antes hay que desnudarse, poner la ropa en manos de un vigilante que hurga en los bolsillos y bajo las plantillas de los zapatos en busca de objetos y sustancias prohibidas. Sólo entonces uno puede pasar la primera reja de barrotes que conduce al locutorio y, más allá, al enorme patio y las áreas comunes, cuyos límites están trazados por malla ciclónica.

El lugar se abre inacabable; ha dejado de llover y ahora parece haber demasiadas personas para encontrar al general entre todas ellas. Rifle al hombro, un joven soldado que no debe alcanzar 1.70 de altura escolta al visitante, pero se detiene un par de veces para rectificar el camino. Una silueta se recorta en el umbral a la entrada de uno de los dormitorios. El soldado le pregunta con deferencia al hombre por Ricardo Martínez Perea. No le escatima el rango, “mi general”, le dice. El sujeto, alto y robusto, señala con desdén la siguiente puerta mientras franquea el paso a dos mujeres que le llevan comida. Lleva dos segundos identificarlo; es el general Arturo Acosta Chaparro, detenido en agosto de 2000 bajo la acusación de servir y dar protección al cártel de Juárez, y quien —aún no lo sabe— en junio de 2007 será exonerado definitivamente de todos los cargos.

La puerta permanece entreabierta y deja ver el interior, en las paredes pintadas de amarillo pálido cuelgan los distintivos de los regimientos que encabezó y tres lockers maltratados son su vestidor. Vestido con el uniforme azul añil reglamentario, Martínez Perea luce más delgado y más canoso de lo que las fotos mostraban en 2003, durante su proceso. Fue enviado a la cárcel por un Consejo de Guerra, acusado de delitos contra la salud y de colaborar con el cártel del Golfo, pero fue sentenciado por el presidente Vicente Fox antes siquiera de ser juzgado, vía el secretario de la Defensa, general Gerardo Clemente Vega, quien, curiosamente, como comandante de la 34 Zona Militar con sede en Chetumal, fue incapaz de darse cuenta de la supuesta relación de Mario Villanueva con el cártel de Juárez, así como de las acciones de trasiego de droga colombiana que se realizaban en la entidad, y a tal grado que sirvió como testigo de descargo del ex gobernador.

Todo lo anterior se basó en un anónimo.

A diferencia de otros militares, a él no se le encontraron fortunas inmensas más allá de un Volkswagen Jetta del año que liquidaba a plazos cuando fue aprehendido.

“Llegamos a pisar callos”, recuerda al referirse a su llegada a Tamaulipas a finales de 1999, después de que en octubre, todavía asignado a la plaza de Ixtepec, Oaxaca, decomisó 43 kilos de cocaína ocultos en los asientos de una camioneta a una agente judicial federal llamada Paloma Xiomara Ávila González, adscrita a la Dirección de Operación y Planeación de la Procuraduría General de la República (PGR). “Querían pasarlo como un simple traslado de droga, pero no pudo comprobarlo con documentos, entonces la consigné a Oaxaca”, recuerda.

La ruta, según versiones, era utilizada por capos apoyados por un general de alto rango, quien desde entonces siguió con interés la carrera del general Martínez Perea, trasladado dos meses después a otra región, al norte del país. “Había rechazo de los elementos de la Policía Judicial, cierto pique” después de eso, recuerda.

Fue asignado comandante del 21 Regimiento de Caballería Motorizada en Nuevo Laredo y un año después ascendió a general brigadier. Ganaba 46 mil pesos al mes y tenía a su cargo 500 hombres y 154 kilómetros de la frontera México-Estados Unidos. Recibió 29 felicitaciones por su trabajo del secretario de la Defensa y de los diferentes comandantes de la Región y la Zona Militares. Estaba cerca del retiro con un pensión vitalicia del ciento por ciento de su salario, pero en abril del 2001 todo se vino abajo.

El general brigadier habla de la situación personal y familiar que ha padecido después de ser apresado. “Estoy preso por consigna. Soy inocente, no he cometido ningún delito”. Martínez Perea asegura que su caso no es el único; hay otros militares acusados de proteger a narcotraficantes que un día fueron condecorados por su trabajo y tiempo después fueron encarcelados. “Algunos lavan ropa aquí, hacen cuadros. A todos los del narco se les nota la capacidad económica, y ellos no la tienen”, asegura.

UN GENERAL A CAMBIO DE EL CHAPO

La detención de Martínez Perea sucedió en abril de 2001, dos meses y medio después de la fuga del líder del cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, del penal de máxima seguridad de Puente Grande en Jalisco. Justo cuando Estados Unidos hacía el análisis final en el proceso para otorgar la certificación antidrogas a México, Vicente Fox y su procurador, Rafael Macedo de la Concha, le entregaron al gobierno de George W. Bush durante una gira por Colombia, los nombres de tres oficiales del Ejército Mexicano: el general brigadier Ricardo Martínez Perea, el teniente Javier Antonio Quevedo Guerrero y el capitán segundo Pedro Maya Díaz, a quienes señalaron públicamente de proteger a la célula del cártel del Golfo comandada por Gilberto García Mena, El June, así como de brindar información a los hombres de esta organización para evadir los operativos militares y policiacos montados para decomisar los cargamentos de droga en la llamada “frontera chica” de Tamaulipas.

La premura por dar un golpe entregándole a la opinión pública un narcogeneral detenido como muestra de combate efectivo a la delincuencia organizada, llevó al nuevo gobierno panista no sólo a someter a una corte militar a un general con 40 años de servicio al país y una impecable hoja de servicio —incluso tenía pocos meses de haber recibido un ascenso ratificado por el Senado— sino a violar la Constitución para llevarlo a prisión a partir de un anónimo enviado por fax.

El papel fue recibido el 14 de enero de 2001 en las oficinas del estado Mayor de la Defensa Nacional. En él se denunciaba que dos militares del 21 Regimiento de Caballería Motorizada en Nuevo Laredo, Tamaulipas, estaban vinculados con la organización de Osiel Cárdenas Guillén. La Procuraduría de Justicia Militar recibió la orden directa del secretario de la Defensa de iniciar una averiguación, la cual quedó a cargo de dos agentes de la Policía Judicial Militar quienes, poco después, serían señalados por torturar e incomunicar ilegalmente a los tres encausados.

El teniente Quevedo y el capitán Maya fueron detenidos el 29 de marzo de 2001, aunque la orden de aprehender al segundo se cumplimentó en Reynosa, a donde había sido enviado cuatro meses atrás. Ambos estuvieron incomunicados durante cinco días, tiempo en el que, de acuerdo con las denuncias penales presentadas por los procesados, fueron objeto de golpizas y torturas por parte de Alberto Rivera Medeles, uno de los dos asignados a la investigación y quien durante el juicio fue encarado por ese motivo. La versión del general Martínez Perea es que a él se le detuvo hasta el 31 del mes, sin orden de aprehensión, y se le mantuvo incomunicado hasta el tres de abril, cuando se les trasladó en un avión de la Fuerza Aérea Mexicana a la Ciudad de México.

Lo extraño es que mientras se les mantenía aislados, el gobierno federal, a través de la entonces vocera presidencial Marta Sahagún, dio a conocer la detención de varios elementos del cártel del Golfo, deslizando “el posible involucramiento de algunos elementos, tanto civiles como militares”. Convenientemente, la detención de esos militares fue anunciada a la mañana siguiente, sin que se hiciera mención de su aislamiento ilegal por casi cinco días, cuando por ley no debieron pasar más de 48 horas para su presentación. De hecho, el cuatro de abril la esposa del general, María del Carmen Ledezma, promovió un amparo contra la detención de su esposo ante el juez primero de Distrito de Amparo en Materia Penal en el DF, pero la Procuraduría General de Justicia Militar negó su presencia en el Campo Militar Número Uno a pesar de que el director de la prisión ya había sido notificado del traslado con el fin de que tuviera preparado un dormitorio para el detenido. El secretario de la Defensa la recibió entonces en su oficina, donde le confió que dado que el presidente Fox había hecho directamente el anuncio sobre los nexos del general con el narcotráfico, aún era pronto para tomar la decisión de desdecirse y reparar el daño. “No hay nada —la tranquilizó—. Tenga paciencia. Esto se va a solucionar, se va a arreglar. Lo que pasa es que son cuestiones administrativas”.

EL JUICIO
El consejo de guerra contra los militares se inició el 25 de marzo de 2003. Dos días después se presentaron los agentes de la Policía Judicial Militar, Carlos Alberto Rivera Medeles y Fidel Hernández Alcántara, quienes admitieron no haber realizado investigaciones en torno a Martínez Perea y haber recogido testimonios sobre Quevedo y Maya, pero sin constatar la información por falta de tiempo.

Su informe, hecho “de versiones y comentarios de personal civil y militar”, sirvió como base para consignar penalmente a Martínez Perea y a los oficiales a su cargo, pero desde el arranque de su testimonio reconocieron que no les constaba lo contenido en el reporte ni tampoco se trasladaron a los lugares en que se habrían cometido los delitos, no confirmaron hechos ni profundizaron en ellos; de hecho, no aportaron un solo nombre de quienes les habían proporcionado la información bajo el argumento de temor a represalias. En todo caso, dijeron, era la Procuraduría Militar la que tenía que valorar sus conclusiones.

Sus investigaciones aseguraban que en los meses de junio y julio de 2000, varios oficiales del 21 Regimiento de Caballería Motorizada —y específicamente al teniente Quevedo y al capitán Maya— habían sido internados de emergencia en una clínica de Miguel Alemán, propiedad del narcotraficante Rolando López Salinas, El Rolis, para desintoxicarse de una sobredosis de cocaína. La defensa no sólo presentó documentos certificados de dos salidas de esa unidad a la plaza de San Luis Potosí para realizar tareas de adiestramiento durante aquellos meses, sino que además presentó un oficio del gobierno de Tamaulipas, claro en el sentido de la inexistencia de la supuesta clínica. La Procuraduría Militar basó su ataque en pruebas que literalmente producían hilaridad y que eran fácilmente atajadas por los abogados del caso: reportó haber encontrado durante el cateo al domicilio del teniente Javier Quevedo dos kilos de polvo blanco que se presumía era cocaína, pero que al ser sometido a un peritaje en el laboratorio resultó ser simple yeso, y presentó un documento elaborado por la fiscalía antidrogas de la PGR que incluía un apartado sobre las “tendencias homosexuales” del líder del cártel del Golfo, Osiel Cárdenas Guillén, y a continuación una fotografía del capitán Pedro Maya, durante una fiesta, maquillado y vestido como hawaiana. Por ende, se especuló, seguramente aquella era una fiesta del

El agente del Ministerio Público Militar, mayor Gerardo Salazar Bolaños, argumentó que la imagen era una fe pública de relaciones de carácter homosexual. “Yo le pregunto a mi contraparte —agregó— si es común que un oficial, capitán o teniente se vista como mujer, se pinte como mujer y le baile a alguien. ¿Es eso normal? ¿Es eso honorable? ¿Podemos considerar que eso es de un buen oficial? Eso se llama violación a la disciplina militar”.

El anónimo, origen de la querella contra los militares, tampoco soportó el análisis de la defensa. Lleno de faltas de ortografía, en él se acusaba al teniente Quevedo y a “Pedro Mayo” de tener tratos con un sujeto muy conocido en Miguel Alemán, Tamaulipas, al que se identificaba como el Jony García, metido en el negocio del narcotráfico. De acuerdo a la parte acusadora, el fax había salido —según el registro del envío— el domingo 14 de enero de 2001 de una papelería en Lomas de Sotelo, al norte de la ciudad; con sólo contrastar los datos, los abogados defensores lograron establecer que el negocio no sólo no abría los fines de semana, sino que el número de fax de ese lugar no coincidía con el del anónimo. La investigación llevó hasta la papelería Geo, ubicada a unos pasos de las oficinas de la PGR, a cargo de Rafael Macedo de la Concha, quien antes de ese puesto había ocupado el de procurador de Justicia Militar.

Al momento de la sentencia no se valoraron o bien se desestimaron las denuncias del teniente Ricardo Gallardo Elizalde, del subteniente Eduardo René Mendoza Márquez y los cabos Oscar Martín Avelino Elizalde, José Francisco Gómez Leija, Francisco Hernández Cruz, Jorge Luna Cruz y Misael Reyes Lara, quienes manifestaron haber sido torturados para declarar en contra del general Martínez Perea y los oficiales Quevedo y Maya.

Después de dos años en prisión, el caso del general Martínez Perea fue solventado en una semana: 72 testimoniales a su favor incluidas las declaraciones de Gilberto García Mena El JuneLos Zetas, el feroz grupo de sicarios al servicio del cártel del Golfo, y de que se iniciara, en teoría, el periodo de mayor intensidad en el combate entre el narco y las diferentes autoridades por el control de la plaza del norte. Sin embargo, tan sólo en el último año y los casi cuatro meses que el general estuvo a cargo de la zona de Nuevo Laredo, la cantidad de droga decomisada, el número de armas aseguradas y el número de detenidos y puestos a disposición del Ministerio Público por el regimiento a su cargo, superaron lo hecho durante todo el resto de la administración del presidente Fox en esa misma región. y 20 detenidos en la operación de Guardados de Abajo, quienes negaron conocer a los acusados, de nada valieron. Al final pesó más la opinión de un superior jerárquico, el comandante de la IV Región Militar, general José Domingo Ramírez Garrido Abreu, quien consideraba “intrigante” que los decomisos que realizaba la gente de Martínez Perea se dieran “sin detenidos”. Pero Martínez Perea cayó en prisión antes de que se mencionara por primera vez a los "los Zetas", feroz grupo grupo de sicarios al servicio del cártel del Golfo y de que se iniciara, en teoría, el periodo de mayor intensidad en el combate entre el narco y las diferentes autoridades por el control de la plaza del norte. Sin embargo, tan sólo en el último año y los casi cuatro meses que el general estuvo a cargo de la zona de Nuevo Laredo, la cantidad de droga decomisada, el número de armas aseguradas y el número de detenidos y puestos a disposición del Ministerio Público por el regimiento a su cargo, superaron lo hecho durante todo el resto de la administración del presidente Fox en esa misma región.

LA SENTENCIA

Martínez Perea fue sentenciado a 15 años de prisión el dos de abril de aquel año. Casi tres meses después, el Supremo Tribunal Militar le negó definitivamente el derecho a la libertad preparatoria, mientras tanto la Secretaría de la Defensa Nacional removía a su abogada del cuerpo de defensores de oficio. Su última esperanza murió en noviembre de 2004, cuando el Primer Tribunal Colegiado de Circuito en Materia Penal —última instancia en el proceso— le negó la protección de la justicia federal, pese a que uno de los tres ministros que conocieron el expediente consideraba incongruente el fallo, pues aunque 25 testimoniales desahogados en el juicio no aportaban elementos para demostrar que el militar hubiera colaborado de alguna manera para posibilitar el tráfico de drogas, al ser valoradas en conjunto “inexplicablemente” sí resultaban tener valor probatorio.

El pasado 10 de mayo, después de más de ocho años privado de su libertad y de agotar todos los recursos para obtenerla, en mitad de la noche, Martínez Perea fue sacado de la prisión militar del Campo Uno, sin que nadie, ni siquiera su familia, conociera de su paradero. Días después, el general apareció visiblemente golpeado en el Centro de Readaptación Social El Rincón, de Tepic, Nayarit, a donde fue llevado con un grupo de militares de menor rango, luego de que las autoridades de la prisión militar parecieran haber conocido “de primera mano” confidencias del general Martínez Perea hechas en el confesionario al encargado de la parroquia de la prisión militar. Los daños y el maltrato físico sufridos por el general durante su recibimiento en Nayarit obligaron a llevarlo al Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial, en Ciudad Ayala, Morelos.

Se dice que este año el caso del general brigadier podría dar un giro y que con la vida acabada podría salir a la calle de nuevo. Pero su liberación evidenciaría un montaje del gobierno federal realizado para simular una purga de militares aliados con el narco y así lograr un impacto mediático. A quien se ensuciara en el camino, sería un mero daño colateral.

Fuente. http://semanal.milenio.com/node/1775


martes, 12 de enero de 2010

Massimo Sbreni, limpio

De la serie Rayados de Luz
Un artículo de Jose Ángel González

El mundo es un lugar más amplio y benigno gracias a Massimo Sbreni. Su forma de ver a los otros tiene la entereza moral de las obras limpias y sin dobleces, aquellas que no pretenden alcanzar el cielo sino contenerlo.

Retrata con nobleza y honestidad, sin artificios ni fáciles dramatismos, encontrando la conexión con sus personajes con una sencillez de la que deberían tomar nota los seudo documentalistas del teleobjetivo y el hasta nunca.

Jamás olvidaré la limpieza de su acercamiento a la India: la muchacha alocada de espaldas al mar, el niño en el cubo de plástico, la ventanilla-mundo de uno de esos trenes en los que, estoy seguro, también yo viajaré…

No hay ‘ave de paso, cañonazo’ ni gota de cinismo en la prédica fotográfica de una buena persona que, como añadido -y sólo como añadido-, es un gran reportero.

Pero hoy me interesan las más recientes piezas de Massimo, exprimidas de todo artificio, algo brutas en su elementalidad, algo beatíficas en su intención. La foto de arriba, Luca Soul, nace con unas copas de buen vino y, en consecuencia, con una frase demasiado atrevida pronunciada por el fotógrafo en la santidad de la borrachera: “soy capaz de ver tu alma a través de una lente”.

El retratado, Luca, de quien apenas entrevemos una oreja, la piel en sombras de una mínima parte de la cara y el hilo dorado de la mirada, es reflectante: podría ser cualquiera de nosotros. Massimo es el más incapaz de los fotógrafos cuando se trata de buscar la invisibilidad. Su cruce de miradas no admite ruptura.

La mirada de Francesco es de otra calidad: está en medio de un rostro carcomido por la sal de la tierra, pertenece a un mundo sin refugio.

La foto, tirada con una digital compacta, no sigue el dictado de praxis, denuncia, acción, sino el humanismo cristiano: todos merecemos la dignidad y la justicia de ser quienes somos.

Me gusta el procesado, desmedido como el personaje requiere, y la distancia focal forzada, que me recuerda aquel conmovedor retrato de la joven Diane Arbus, la misma que afirmaba con exceso de altanería que era capaz de “ver el suicidio en la mirada de los otros” cuando era su propia mirada-suicida la que mostraba a la cámara de su marido.

The Big Three es tan salvaje que podría haberla firmado Michael Ormerod, aquel glorioso foto-motero que se mató en 1991 de la mejor manera posible: en una moto en Arizona, con la carretera y la mente abiertas ante los ojos, con ambas, mirada e intuición, enfrentadas a lo ilimitado.

Es una fotografía tomada en Kunming (China) hace dos años. Responde a la propensión dialéctica tan presente –vaya usted a saber por qué– en los reporteros italianos. Llevado a territorio taoísta, este empuje sería el de los opuestos, impulso y freno.

Massimo sintió que dos corrientes contradictorias fluían, la “mala energía en el corazón de las sombras” y el “pacífico descanso” del árbol. “Desde mi posición veía a todas las personas idénticas, pero la presencia del árbol equilibraba el conjunto y me hizo ser optimista”.

La relación entre sujeto y objeto es siempre tan clara, tan pura, que en todo territorio del mundo que haya pisado Massimo uno está seguro de que ha dejado amigos. No hay en su obra una sola mirada torva, un sólo atisbo de desconfianza.

No concibo mayor recompensa.

Fuente: http://www.elfotografico.com/2010/01/massimo-sbreni-limpio/


viernes, 8 de enero de 2010

COMPRA BOLIS POR NOSTALGIA

Medellín, Colombia.- Casi diez pasos después de haber pasado frente a la tienda de doña Margarita Isaza en el barrio San Javier, el filólogo Raúl Aristizábal se detuvo en seco y decidió devolverse a comprar un bolis*. El hecho ocurrió ayer cerca de las 3 de la tarde, y según estableció A-Pin, se debió más a la nostalgia que a la sed: “Hay palabras que evocan mundos, y para mí la palabra “bolis” es pura infancia y me transporta a esos días de travesuras y juegos en la calle”, declaró Aristizábal, de 43 años, docente del área de Español en el Liceo La Independencia. En efecto, junto a la ventana de doña Margarita había un letrero escrito con marcador en el que se podía leer la frase “Bolis a 300”. “Los niños compran más, aunque ahora piden mucho Bonáis**. Pero no falta el viejón que pide su bolis y hasta me pone tema: que hace años que no se tomaba uno, y cosas así”, explicó la dueña del establecimiento. Aristizábal aseguró no haber probado uno en más de quince años, y tras dar una chupada a su bolis, de un intenso color verde esmeralda, comentó: “Y lo mejor era que antes uno sí creía que era de limón”. (Para A-Pin, informó Padre Responsable)

*Bolis, pepito, sabalito, hielito, bollo: helado de agua saborizada y tinturada de forma artificial, empacado en bolsitas.
**Competencia industrial del bolis, que lo tiene en riesgo de extinción.

Fuente: http://agenciapinocho.com/

lunes, 4 de enero de 2010

Peñazo a la AMMAC

Por Felipe Vicencio/ La Jornada Jalisco

El pasado diciembre, la Asociación de Municipios de México celebró su última Asamblea General. Desde que nació hace 15 años la AMMAC -la primera y más importante institución articuladora de las causas municipalistas en nuestro país- había venido celebrando anualmente este encuentro para elegir a su Junta Directiva, integrada por ayuntamientos provenientes de distintos partidos políticos. Esta dirección colegiada tenía la responsabilidad de conducir los trabajos para fortalecer la representación política de los agremiados, la vinculación e interlocución institucional, la investigación, el intercambio de experiencias y la profesionalización de la administración municipal para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Si bien la AMMAC nació a iniciativa de un grupo de alcaldes panistas, sus propios objetivos requerían que se colocara por encima de intereses particulares. Quienes la condujeron tuvieron la generosidad de respetar este perfil y así pudo consolidar una integración plural y merecer el respeto de todos. Mientras existió, se esforzó por hacer realidad el concepto de municipio libre; por promover el fortalecimiento y el desarrollo de los municipios sin distinción de colores así como el respeto a los derechos humanos y a la ecología en el ámbito municipal. Fue una asociación comprometida con el impulso a la vida democrática en el ámbito local. Su trabajo le mereció amplio reconocimiento y le permitió alianzas que fortalecieron a sus agremiados y colocaron al municipalismo mexicano con mucho decoro en el ámbito internacional.

Pero todo eso quedó atrás en su XVI Asamblea, la última, celebrada en Puebla, cuando la mezquindad partidista destruyó en unos cuantos días lo construido con respeto a la pluralidad y con lealtad a las causas municipalistas. Una maniobra orquestada por quienes se identificaron como operadores de Peña Nieto (el candidato de Televisa) tomó por asalto la AMMAC y la hirió de muerte. La voracidad de quienes suponen ser los dueños del futuro político del país, alentados por una cultura política autoritaria y antidemocrática que quisiéramos ya superada, desvirtuó en tal forma la Asociación que en lo que quede de ella difícilmente se podrá reconocer lo que algún día fue.

Se trataba de adueñarse de una institución a la que sólo se vio como atractivo botín político en la disputa por las próximas elecciones. Para tal efecto recurrieron a la afiliación masiva. Sólo en los dos días previos a la Asamblea, 150 municipios presentaron su solicitud con sendos acuerdos de cabildo redactados en el mismo machote. El día de la Asamblea evocó las reuniones del sindicalismo más pervertido. Acarreo de alcaldes, sumisión partidista, hostigamiento a los disidentes, porros, violencia verbal. Cuatrocientos alcaldes de filiación priísta -provenientes de Hidalgo, Oaxaca y el Estado de México- que a la señal de los operadores mexiquenses aplaudían o abucheaban. Todos los candidatos inicialmente registrados se retiraron, excepto la Alcaldesa de Naucalpan, quien en su discurso de presentación aprovechó para proponer que el cargo de Presidente durara tres años. Gritos frenéticos de “¡unanimidad, unanimidad!” atajaron cualquier posibilidad de debatir esa propuesta que fue aprobada sumariamente para dar paso en seguida a la elección de Azucena Olivares por el sistema de aclamación. Paradójico que la institución que tanto hizo para dignificar al municipio haya sido escenario de ejercicio tan indigno para los propios gobiernos municipales.

Lo hecho por la mezquindad partidista -en este caso priísta- queda para dar la razón a quienes afirman lo distantes que están los partidos políticos de las auténticas causas de la comunidad; para confirmar que, a pesar de su urgencia, muchos cambios que México necesita no podrán llegar sino hasta que tengamos un régimen de partidos diferente. Es deplorable que la impostergable necesidad de dignificar la política siga encontrando como dique prácticas de mercantilismo, cooptación y corrupción a cargo de instituciones amafiadas que tendrían que ser cauce de genuina participación ciudadana.

Por otro lado, lo hecho por la AMMAC también queda como testimonio de lo que se puede lograr cuando se trabaja por encima de las agendas político partidistas: centenares de gobiernos municipales que pudieron aprovechar durante tres lustros capacitación, intercambios y gestión de recursos de toda naturaleza, así como vinculaciones interinstitucionales en beneficio de las comunidades a su cargo; el fomento de una conciencia cada vez más extendida que reconoce en el desempeño de los gobiernos locales la única posibilidad de una genuina democratización del país.

El grupo político que patrocina a Peña supondrá que se ha anotado un punto a favor a costa de la ingenuidad de los auténticos municipalistas. Se asumen los protagonistas del futuro, pero su proceder los exhibe como lo que realmente son: conspicuos herederos de los peores vicios del pasado. México merece otra cosa. Descanse en paz la AMMAC.

Fuente: http://www.lajornadajalisco.com.mx/2010/01/04/index.php?section=opinion&article=006o1pol


sábado, 2 de enero de 2010

¿Si muere el papel, cómo vive el fotógrafo?

Por Carlos Spottorno

Uno de los temas que se están debatiendo últimamente en los blogs, revistas online, en charlas y conferencias, es el asunto de la difusión de la fotografía en internet. Se debate acerca de si las fotos se ven bien en pantalla, si se ven mejor en papel, si la experiencia es comparable o si las fotos deben ir acompañadas de audio y textos, de si deben presentarse montadas con criterios audiovisuales o de si basta la simple proyección de un trabajo fotográfico siguiendo las pautas heredadas de las proyecciones de diapositivas de toda la vida. Frente a este debate yo tengo algunas opiniones. No sé si puedo decirlas todas, pero por lo menos, aquellas que tengo más claras, las voy a decir muy rápidamente.

Lo primero es que creo que el medio online se adapta muy bien a cualquier trabajo de tipo documental, o como mínimo narrativo, pero funciona mucho peor a la hora de presentar trabajos concebidos como obras fotográficas en grandes formatos, donde la dimensión física de la copia tiene un significado y una razón de ser en sí misma. Es decir: puedo ver perfectamente The Ninth Floor, pero creo que me pierdo mucho si veo en una pantalla una foto de Gursky.

Creo que sí es positivo presentar un trabajo documental montado con un criterio audiovisual, es decir, con cambios de ritmo, con texto hablado, con música, con texto escrito en forma de titulares o de pies de fotos, e incluso con la introducción de vídeo. Ya sé que con esto estamos traspasando la barrera de la fotografía estrictamente hablando, pero es que me gusta. Así de sencillo. Os invito a que veáis The Trade. Este tipo de trabajo es lo que ha sustituido a los muy limitados artículos de 8 páginas y 12 fotos de cualquier dominical. Simplemente le da mil vueltas. Ningún dominical ni revista especializada podrá jamás dar tanta información y tan fácilmente digerible en sus carísimas páginas

No creo que quepa duda hoy en día, de que seguir con el esquema de filminas como cuando íbamos al colegio es simplemente aburrido y anacrónico. Algo distinto es un portfolio en una página web. Pero eso es un portfolio, no una presentación con pretensiones artísticas. Yo veo las fotos en las pantallas, maravillosamente bien. La luz de fósforo o LED que desprende una pantalla de ordenador normalmente resalta los colores, saca a relucir los detalles y además, evita que las imágenes se vean alteradas por el color de la luz que las ilumina.

Otra cosa es la experiencia. Yo sigo disfrutando más de un libro al aire libre y sin prisa, que de un ordenador enchufado en un lugar oscuro. Supongo que los ebooks en breve podrán mostrar imágenes en color, vídeo y audio. Cuando sea posible ver, a pleno sol un montaje como The Trade en un aparato que pese no más de 200 gramos y con una pantalla de unas 10 pulgadas, podremos decirle adiós para siempre a las revistas de papel. No así los libros. Los libros son objetos. Tienen, igual que las copias grandes, unas cualidades intrínsecas que no son sustituibles. por lo menos, no para alguien que como yo, ha pasado casi el ecuador de su vida acumulándolos en estanterías que son como mi barra de favoritos personal. Confío en que mi hijo hurgará en mis libros como yo hurgaba en los de mi padre. Estoy dispuesto a que encuentre cosas no aptas para su edad, porque nada de lo que puebla mis paredes es mentira ni le va a llevar a adorar el mal. Además, al lado de cada libro peligroso hay por lo menos uno que le ayudará a descodificar el anterior. No sé si me fiaría en igual medida de Google. Y dicho esto, quiero abordar lo que realmente me intriga de todo este asunto.

Muy bien, queremos poner nuestras fotos online. Queremos que las vean millones de personas. No necesitamos que ningún editor nos perdone la vida. Tenemos la sartén por el mango. Enseñamos lo que queremos. Será el público el que, con sus visitas o con su indiferencia nos de la medida de nuestro trabajo. No disfrutaremos del aval de una gran cabecera, pero tampoco nos hundiremos en el anonimato por no encontrar un hueco en ellas. Ningún diseñador nos cortará una foto. No publicarán nuestro reportaje, alterando la secuencia sin preguntar. No nos arriesgaremos a que nos pongan pies de fotos inexactos. Somos dueños de nuestro trabajo de principio a fin. Bien.

Pero la gran pregunta: ¿quién demonios nos va a pagar por nuestro trabajo? En serio, ¿cómo se sostiene una actividad tan carísima y comprometida como la fotografía documental si nadie nos paga por publicar?. Sí, algunos medios lo están intentando. La sección Lens de New York Times tiene una buena colección de reportajes, pero si pagan lo mismo que pagan por un reportaje estándar, os aseguro que a los fotógrafos no les llega para comprar un par de tarjetas de 16 gigas. Además todo ese material es autoproducido. No hay casi encargos. El periódico “premia” a los fotógrafos con la publicación en su web de los trabajos que ellos, con sus medios, han producido. Yo digo que ya está bien. Si seguimos proporcionando contenidos gratis a los medios, acabaremos con nuestra actividad. Ah, no! que ya hemos acabado con ella!

Hace no demasiado un buen reportaje a 10 páginas en un dominical español se pagaba a unos 4.000 euros. Hoy el New York Times paga unos 300 por día, gastos incluidos, a la mayoría de sus colaboradores. Además, con las publicaciones online, se rompe la territorialidad, por lo tanto no es posible, como antes, vender el mismo reportaje a varios medios de distintos países. Y está bastante claro que después de 15 años con internet gratuito, conseguir que la gente pague por ver cosas, parece utópico.

Es un poco lo que ha pasado con la música. Los músicos ya se han dado por vencidos. No cuentan ya con las ventas de Cds. Usan la red para promocionarse y luego dan conciertos. Hoy por hoy, que casi no se venden discos y las descargas de pago son minoritarias, hay más músicos que nunca. Y el circuito de conciertos es el más amplio de la historia. Hoy es bastante fácil ver a pequeños grupos haciendo giras internacionales. La red de contratación se llama Myspace. Un billete en turista y estás dando un concierto en Copenhage. Ganas 2.000 euros y al siguiente. De los derechos de autor, cada vez cae menos. Los músicos han emprendido el camino hacia la clase trabajadora total. Hasta ahora había músicos de estudio y estrellas. La idea de estrella va desvaneciéndose a medida que el mercado se globaliza y compiten en la misma arena U2 y Moriatry.

Y ¿qué pasa con los fotógrafos? ¿qué tendrán que hacer? ¿dar conferencias? ¿visitas guiadas de pago? Porque tiene que haber un equivalente al concierto en el mundo de la fotografía. Algo que sea en vivo y que añada algo de valor al trabajo ya creado. Las visitas a exposiciones comentadas por el autor son una buena aproximación, lo que pasa es que de momento no están muy bien conseguidas. Yo he asistido a alguna y hasta ahora, he salido de ellas más decepcionado por la proximidad del personaje que deslumbrado por su luz cegadora. Los fotógrafos todavía no tienen muy interiorizada la idea de que también deben dar algo de espectáculo. Da igual que nuestro trabajo sea muy enjundioso y sesudo. Tenemos que hacer que a la gente le interese. El reto es conseguir que haya gente dispuesta a pagar una entrada por vernos presentar nuestro trabajo. Tenemos que hacer que nuestra presencia frente al público sea un acontecimiento único, por el que vale la pena pagar.

No es posible seguir haciendo copias de 100 cm, saludar tímidamente y hacerse el misterioso mientras nos escondemos detrás del galerista o el editor. Hay que estrujarse un poco la cabeza para encontrar formatos de exposición que rompan de una vez los esquemas tradicionales, pero hay que hacerlo de manera que lo nuevo que resulte sea más atractivo, no más críptico. Y no, no estoy descubriendo nada. hay fotógrafos que ya se comportan un poco así.

Hace nada Stanley Greene ha publicado un libro, Black Passport en el que habla de su vida como reportero de guerra. Pero no habla casi de sus fotos. Habla de su vida, en términos de sexo, drogas y Rock & Roll. Siempre que le he visto en un festival de fotos, aparece como una estrella del rock. Vestido de estrella del rock, con groupies y a menudo con un cámara de vídeo rodándole para algun documental. Stanley Greene empezó como fotógrafo de moda y da la sensación de que está recuperando alguno de los dejes de aquella época. Por buscar un equivalente, pero antagonista, diría que James Nachtewy es com Leonard Cohen. Un Grande, silencioso y discreto. Pero con su personaje, eso sí. David Lachapelle, Martin Parr, Salgado, incluso Alec Soth. Son más que fotógrafos. Son personajes. Un momento: Robert Capa ya era un personaje pop hace 80 años. De eso va la cosa. De envolver nuestro trabajo en un papel de celofán brillante y crujiente que atraiga irresistiblemente la atención del público, de manera que su interés trascienda las fotos y quieran saber qué hay detrás de ellas.

Lo que me planteo con todo esto, es si tenemos que hacer lo mismo que los artistas del esenario: utilizar la red para difundir nuestro trabajo y propiciar los encuentros en vivo con el público, donde la experiencia sea única y memorable. ¿Llegará un día en el que un fotógrafo llene un estadio de fútbol con entradas a 40 euros? No sé si yo lo veré, pero creo que sí vamos a ver el principio de algo parecido.

Los festivales como Photoespaña, Arles, Perpignan Parisphoto ya funcionan como arena del Star System fotográfico, donde la gente va y paga por tener cerca a sus leyendas. Muchos fotógrafos organizan talleres por todo el mundo. Talleres exclusivos, caros. Talleres en los que los alumnos son un grupo mixto de aficionados y profesionales que buscan mejorar sus carreras. Los talleres hacen un poco de concierto en vivo. Y también circulan por la red. La gente paga bastante y cruza océanos por pasar 4 días con Nadav Kander en Madrid. Por ahí van los tiros, entonces.Es nuestra responsabilidad encontrar alternativas. No podemos cruzar los brazos y observar simplemente cómo se marchita esta profesión. Es tristísimo ver cómo grandes fotógrafos que hoy tienen alrededor de 60 años se encuentran en una especie de ocaso, perplejos ante la desaparición del suelo que les sostenía antaño, y sin un plan concreto con el que seguir trabajando. Los que se han introducido en el circuito de festivales y talleres están reflotando, pero hay muchos que no han entrado ahí y languidecen entre cajas de cotactos que quizás nunca se convertirán en copias.

Una vez más, llego a la conclusión de que esta crisis, que es más que económica, va a marcar grandes cambios estructurales en muchas industrias, y la nuestra, por supuesto, no va a ser una excepción. De esta no vamos a salir tal y como entramos, pero quizás eso sean buenas noticias

Fuente: http://www.elfotografico.com/author/carlos-spottorno/