sábado, 29 de agosto de 2009

ROBERTO MARTÍNEZ


Roberto Martínez, mexicano de quinta generación, pionero en la lucha de los migrantes, acaba de morir en su natal San Diego, California. Es, dicen los activistas de hoy, el abuelo de todos quienes luchan por los derechos de los migrantes en la región fronteriza. Publicamos aquí el entrañable retrato que Primitivo Rodríguez, quien trabajó con él, escribiera al conocer la noticia de su fallecimiento

Por: Primitivo Rodríguez Oceguera

Queridas amigas y amigos, ¿cómo han estado? Les informo que el pasado miércoles falleció en su tierra natal San Diego, Roberto Martínez, mexicano de quinta generación, chicano de toda la vida y siempre ciudadano sin fronteras. Por accidente, creía Roberto, mexicanos, chicanos, migrantes o quien fuere habíamos nacido separados por muros y alambradas de todo tipo, y por lucha y convicción teníamos que derrumbar cuanto nos dividiera y ninguneara.

Tuve el gusto y el honor de trabajar con Roberto en el Programa de la Frontera México-Estados Unidos del American Friends Service Committe, de 1985 a l994.

Ingeniero exitoso, fue víctima en varias ocasiones de discriminación, incluyendo en su juventud deportaciones a Tijuana durante la “Operación Espaldas Mojadas,” por ser “mexicano,” “mojado,”de piel morena y corazón rebelde. Junto con otros Chicanos y Afroamericanos, Roberto también fue objeto de agresión al mudarse a un barrio de población mayoritariamente blanca. Ahí se inició como organizador de gente discriminada por su piel, y el inicio de los años 70 decidió que la mejor casa que como ingeniero podría construir era una de respeto y justicia donde cupieran todas y todos, incluyendo a los trabajadores migrantes del campo y de la ciudad, con y sin documentos. Dejó planos y buenas pagas, y se colocó en el pecho la bandera de todas y todos somos migrantes, a la lucha de hoy en adelante.

Hombre alto y fornido, Roberto destacó sin embargo por su gran dimensión y fuerza moral. En los 80s y 90s no existía a lo largo de la frontera alguien a quien la migra trajera tanto entre ceja y ceja, alguien que no podía quitarse de encima ni con palmaditas en la espalda por su “admirable trabajo,” y mucho menos con desprecio y amenazas, como Roberto Martínez. Día a día, mes a mes, año con año Roberto dio cuenta puntual de abusos de la migra y de otras autoridades en contra de los migrantes. Documentación que circuló en su región, en el resto de Estados Unidos y en otros países. Testimonios y voces de migrantes que llevó a los Capitolios de Sacramento y de Washington en audiencias sobre la frontera o reformas migratorias, en cabildeos, marchas y protestas.

Roberto y Yolanda su compañera nunca conocieron lucha justiciera que no les gustara. Le entraron a todas las que en el camino encontraron. La migra y los racistas, el muro y las cercas alambradas les hicieron a Roberto y Yolanda lo que el viento a Juárez.

Persona modesta, de corazón alegre y abierto, jamás se mareó con la atención que ganó por su trabajo en Los Angeles Times, The New York Times, The Washington Post, ABC, CBS, NBC, CNN, Univisión, The National Public Radio y medios nacionales de México. Tampoco perdió la cabeza con especiales premios y reconocimientos que recibió de ambos lados de la frontera. Como él decía, “no hay mayor satisfacción y orgullo que el trabajar por la causa de la dignidad y derechos de la gente pobre y trabajadora.” Y en verdad lo creía y feliz lo vivía para rabia de xenófobos y explotadores de trabajadoras y trabajadores.

Como bien dice Enrique Morones, Roberto es el maestro abuelo de cuantos hoy luchan con y por los migrantes en la región fronteriza.

Roberto se fue, y luego luego que regresa para decirle a Yolanda, al resto de su familia y a todas y todos lo mismo que los César Chávez, Reyes Tijerinas, Luther Kings, Malcon Xs, Corregidoras, Zapatas, Villas, Adelitas, Saccos y Vanzettis, mujeres huelguistas en Arizona, estudiantas y estudiantes del movimiento Chicano, Ches y Mártires de Chicago: "Ya volvió el que andaba ausente. ¡Órale Raza, a darle duro, Hasta la Victoria Siempre!"

Gracias, muchas gracias, querido Roberto, por tu entrañable compañía.

Primitivo