sábado, 24 de octubre de 2009

APÓCRIFO

Por Eduardo Valle.

Al bajar el “switch” será la insurrección

A la hora de escribirles, primeros días de marzo de este año axial de 2010, antes de que estalle la huelga en Luz y Fuerza del Centro como gatillo de la huelga general, apoyada por los honrados y combativos camaradas en el sindicato minero (de Michoacán para arriba, hasta Coahuila y Nuevo León, Durango y Chihuahua), en los maestros, los universitarios, los tranviarios y, por supuesto, los militantes experimentados de la APPO —quienes antes lograron enormes triunfos en Guerrero, Veracruz, Chiapas, Hidalgo, Puebla y aquí en el valle de México transmitieron sus ricas experiencias en las nuevas formas de lucha—, estamos logrando unificar a todo el movimiento de resistencia pacífica y creativa en una consigna.

El reclamo de que se le inicie un juicio político a Felipe Calderón y se le destituya, procese y encarcele por su ataque frontal contra la Constitución que configura el delito de traición a la patria, y de que esta acusación se haga extensiva a sus principales cómplices en las secretarías de despacho, muchos de ellos metidos en oscuros negocios con transnacionales, se generaliza en todo México. Como ya no se puede confiar ni en la Corte, cuyos fallos aberrantes demuestran que no hay un estado de derecho en México, que las garantías individuales y sociales no existen, que no hay justicia laboral, que el Ejecutivo (aun sea de facto) está por encima de la Constitución, y que no hay una división de Poderes, que el Legislativo ya no legisla y que se está liquidando la vigencia de la Constitución y ya no hay la posibilidad de hacer valer las armas del derecho, entonces sólo queda (como diría Francisco de Quevedo) batirse, con la lucha social. Como hace 100, como hace 200 años.

Cuando los dirigentes del SME bajen el switch darán la señal de luz insurreccional y revolucionaria que necesita todo el pueblo bueno y generoso de México. ¡Todos a la huelga nacional patriótica! Entonces habremos cumplido con nuestras responsabilidades históricas.

Cuando Calderón y su séquito de espurios, ilegítimos y usurpadores, al servicio de la mafia y de los potentados transnacionales, quienes se han prestado para destruir el Estado surgido del espíritu de la Revolución Mexicana —atentando hasta en contra de las medidas nacionalistas y progresistas de un presidente como Adolfo López Mateos—, sean enjuiciados, de inmediato llamaremos a la construcción de una Asamblea Constituyente, con un presidente interino en funciones. Comenzaremos a conducir la liberación del pueblo bueno y generoso.

Ley por ley y decreto por decreto para eliminar la miseria y el hambre, la explotación inmisericorde y la violencia del aparato militar y policiaco-judicial reforzado en los últimos años para aplastar en forma salvaje los anhelos populares. Decretaremos de inmediato el derecho del pueblo al trabajo, a la alimentación, a la salud, a la educación gratuita de todos (sólo hasta doctorado) y, claro, el derecho a la internet gubernamental. ¡Y a la felicidad! No podremos inmiscuirnos en asuntos religiosos porque el Estado de la Cuarta República será laico en forma plena; por eso nada diremos de la vida eterna. Pero dan ganas.

El gobierno huertista de estos días será aplastado. El Movimiento por la Defensa del Petróleo, el Bienestar Popular y la Soberanía arrasará al mal gobierno. Millones y millones ya tienen su credencial firmada por el comisario del pueblo, el líder sabio y astuto que sabe leer el corazón de la gente humilde (sobre todo de sus amados viejecitos). El tiraje del diario que habla con la verdad, sólo la verdad y toda la verdad y sin censura se agota en minutos. ¡Ni Luis Echeverría pudo soñar alcanzar estas metas de conciencia y organización, impulsadas por la jornada nacionalista-revolucionaria, tercermundista y antiimperialista! Ni Fidel Castro o Hugo Chávez creyeron que el pueblo de México regresaría a la senda de la historia. Sí se puede, comandantes heroicos y vanguardia intelectual de los oprimidos del mundo. También nosotros construiremos el socialismo del siglo XXI; juarista, bolivariano y, por qué no, cristiano.

¡Calderón huertista, te tenemos en la lista! Se reunirá el Comité de Salud Pública, presidido por el comisario del pueblo, y te daremos lo merecido. A ti y a todos los que se opongan a esta insurrección bien pacífica y más creativa.

PD: Me informa el siquiatra de piso que debe apagar la luz. ¡Pero seguiremos en contacto, como desde octubre de 2009!

Fuente: http://www.eluniversal.com.mx

UN PRESIDENTE SOLO Y EN GUERRA

Historias del más acá

Carlos Puig

En mayo de 2007, diez periodistas de Estados Unidos participaron en México en una conferencia patrocinada por el Instituto de Justicia y Periodismo de la Escuela Annenberg de la Universidad del sur de California. Se reunieron con funcionarios, académicos, partidos, y viajaron a Michoacán.

En una de las sesiones, Rafael Giménez, el director de opinión pública de Los Pinos y hace muchos años encuestador cercano al PAN y Felipe Calderón, presentó las encuestas que en todo 2006 había hecho el equipo de campaña y transición del ya presidente en materia de seguridad pública.

El encuestador de la Presidencia mostró datos en que la mayor preocupación de los mexicanos tenía ver con la inseguridad pública, pero insistió en una gráfica que revelaba que, abrumadoramente, lo que ocupaba las mentes de las madres de familia mexicanas era la presencia de droga cerca de sus hijos, en las escuelas donde estudian, en los parques donde juegan.

Para que la droga no llegue a tus hijos se convirtió entonces en el lema de una administración que decidió cambiar el paradigma de la lucha contra el narcotráfico y que ha hecho de muchas zonas del país el escenario de un gran operativo miltar policiaco con las consecuencias de todos conocidas.

Percepción, sin embargo, que no es realidad. La más reciente Encuesta Nacional de Adicciones, hecha pública más de un año después de haberse levantado, dice que las madres de familia mexicanas estaban preocupadas de más si las drogas estaban cerca de sus hijos, no si las estaban consumiendo.

México no ha pasado de ser un país de trasiego a uno de consumo. Los incrementos en los indicadores de adicción, pequeños en términos absolutos, aún nos ponen detrás de países similares y sin tráfico hacia Estados Unidos. Éste es el primer argumento del libro El narco: la guerra fallida, de Jorge G. Castañeda y Rubén Aguilar que, refutando los argumentos esgrimidos por el gobierno para sostener su guerra contra el narcotráfico, concluye que “la razón primordial de la declaración de guerra del 11 de diciembre de 2006 fue política: lograr la legitimación supuestamente perdida en las urnas y los plantones, a través de la guerra en los plantíos, las calles y las carreteras, ahora poblados por mexicanos uniformados”.

El libro, como lo advierten sus autores, no es una investigación en sentido estricto, aunque no le faltan datos, ni un folletín de propaganda. Es un alegato en forma de ensayo; el primero, me parece, que estructura, amplía y documenta algunas de las críticas que en los últimos meses han comenzado a circular de manera más bien fragmentada alrededor de la política pública más importante de la administración calderonista.

El ex canciller y ex vocero de la administración pasada concentran su alegato en cuatro narrativas del gobierno federal para justificar el enorme costo en dinero, en vidas y en derechos humanos que ha conllevado la política calderonista e intencionalmente no entran en otras discusiones adyacentes a la guerra fallida, como los militares en las calles, el fuero de guerra o el problema de violaciones a los derechos humanos.

Ni somos un país de consumo, dicen los autores, ni la violencia es mayor que hace unos años, al contrario, es menor como lo dicen los propios datos del gobierno, ni la penetración del narco en las estructuras policiacas y políticas ha cambiado en las últimas dos décadas, ni el tráfico de armas desde Estados Unidos es nuevo, y al contrario de lo que sucede en México, en el país vecino, la lucha contra las drogas ha cambiado radicalmente en los últimos años, y la mariguana, por ejemplo, es un estimulante legal en buena parte de aquel país, mientras aquí se dan de tiros soldados y productores.

En este espacio hemos narrado la molestia acumulada de un sector del Ejército que, fiel a su jefe supremo, no encuentra apoyos que le aseguren un marco legal que lo proteja de las acciones de seguridad pública que viene desarrollando hace unos años.

Lo que comenzó hace meses como un susurro se ha convertido en protesta abierta de los partidos de la oposición a una estrategia a la que no encuentran ni pies ni cabeza, como se demostró en la más reciente comparecencia en San Lázaro de Genaro García Luna. Y como bien lo señalan los autores de La guerra fallida, en Estados Unidos, más allá de palabras bonitas, en los hechos no están dispuestos a hacer nada que disminuya ni la demanda por drogas ni el tráfico de armas de norte a sur.

Desde que Calderón tomó posesión, las encuestas de Rafael Giménez, como otras, han mostrado la eficacia de la estrategia: la popularidad del Presidente se sostiene en la guerra iniciada en diciembre de 2006. En los hechos no hay menor tráfico, ni menor violencia, ni menos corrupción, ni menor ocupación del crimen de los espacios del Estado.

Hay números en una encuesta de percepción. Nada más. Lo mismo que había antes de aquel diciembre.

Fuente: http:www.milenio.com

EL VERDADERO SABER NO ES NEUTRO

DISCURSO DEL RECTOR DE LA UNAM, JOSÉ NARRO ROBLES, EN LA RECEPCIÓN DEL PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS 2009.

Oviedo, España
23 de octubre 2009

Alteza, señoras y señores reconocidos con el Premio Príncipe de Asturias, apreciados universitarios, señoras y señores.

Asisto a esta ceremonia lleno de orgullo y agradecimiento, en representación de una universidad cuyos orígenes se remontan a más de cuatro siglos y medio, que ha sido enclave de cultura y de saber, de defensa de las libertades y de la justicia, además de formar parte de la conciencia nacional.

Son millones los alumnos, académicos y trabajadores que pasaron por sus instalaciones a lo largo del siglo XX y de lo que corre del actual, ellos construyeron con su esfuerzo y compromiso, a la Universidad Nacional Autónoma de México, a nuestra muy querida UNAM.

En su nombre, en el de su gran comunidad, en el de los ex rectores y autoridades que me acompañan, agradezco profundamente a la Fundación Príncipe de Asturias y al jurado correspondiente, por reconocer la calidad del trabajo académico y el compromiso social de nuestra institución. A su alteza, el príncipe de Asturias, y a todos ustedes, les manifiesto el gran significado que tiene para nosotros esta ocasión.

Expreso mi reconocimiento a las personalidades y organizaciones que apoyaron a la UNAM. En especial agradezco al excelentísimo embajador de España en México, quien presentó la candidatura y manifestó siempre su convicción de que la Universidad merecía este premio. Gracias a todos los que creyeron que cumplía con los requisitos esenciales: poseer la máxima ejemplaridad y haber logrado una obra de trascendencia internacional.

Comparto esta distinción con los miembros de la comunidad de la UNAM aquí presentes, y de manera especial con los miles de alumnos, profesores y trabajadores universitarios que, gracias a la maravilla de las telecomunicaciones, presencian esta ceremonia en mi país. La distinción es de todos ellos y de las generaciones que hicieron la historia, incluidos aquellos extraordinarios hombres y mujeres del exilio español, que nos enriquecieron hace 70 años.

De igual forma, también le corresponde a la sociedad mexicana que ha confiado en su Universidad Nacional y al conjunto de las instituciones de educación superior de España y del resto de Iberoamérica. A todos, muchas felicidades.

El premio que se otorga a la Universidad es una gran motivación para reafirmar nuestro compromiso con la educación y las causas de la sociedad. Para el ser humano el conocimiento siempre ha sido importante, pero ahora es fundamental. No hay campo de la vida en el que no influya el saber, por esto preocupa tanto el desinterés de algunos en la materia, como que en muchos sitios no sea una prioridad o que se le escamoteen los recursos para su generación y transmisión.

Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo.

Por ello, resulta indispensable reivindicar el derecho a la educación. Por ello, es necesario insistir y volverlo a hacer muchas veces. La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia.

Como bien público y social, la educación superior debe ser accesible a todos bajo criterios de calidad y equidad; por eso duele que en el mundo de hoy, con sus grandes desarrollos, vivan cerca de 800 millones de personas que no saben siquiera leer y escribir.

A algunos les puede parecer que hablar de valores o de humanismo es asunto del pasado, del Renacimiento o del siglo XIX. Se equivocan. También lo es de ahora y del futuro. Frente al éxito quimérico, el egoísmo, la corrupción o la indiferencia, el mejor antídoto son los valores laicos de ayer y siempre.

Por esto, la crisis que enfrenta la población mundial requiere de una revisión a fondo de los valores que transmitimos a los jóvenes. Se debe hacer, en virtud de que la desigualdad y el rezago afectan en el mundo a miles de millones de personas. La modernidad debe traducirse en mejores condiciones para los excluidos de siempre. El verdadero saber no es neutro, debe estar impregnado de compromiso social.

Aprovechemos la oportunidad que nos ofrece el fracaso del sistema financiero, para proponer nuevos esquemas de desarrollo que permitan a los jóvenes recuperar la esperanza en un futuro más alentador. El gran reto consiste en alcanzar un progreso donde lo humano y lo social sean verdaderamente lo importante.

Concluyo con la reiteración del agradecimiento por la distinción que recibimos. Se trata, insisto, de un aliciente que fortalece nuestro compromiso con la calidad de la educación y con las causas y necesidades de la sociedad.

“Por mi raza hablará el espíritu”

CONTRA EL IMPUESTO A LAS TELECOMUNICACIONES

Por Ernesto Flores

El impuesto a las telecomunicaciones, aprobado por la Cámara de Diputados, tiene todos los efectos perversos: (1) pone a México como contraejemplo del consenso internacional, (2) disminuye o anula el efecto de derrame de un bien con externalidades positivas bien documentadas, (3) retrasa la inversión en infraestructura de telecomunicaciones, (4) impacta negativamente en la creación o preservación de empleo directo e indirecto, y (5) afecta más a los que menos tienen. A continuación, analizamos cada uno de estos puntos.

Existe consenso internacional, en ámbitos académicos, de la industria y de la política, en que el acceso y adopción de servicios de tecnologías de la información y comunicación (TICs) son fundamentales para el crecimiento económico y social de las naciones. Las TICs aumentan la competitividad y promueven el desarrollo social, tienen un papel importante en el combate a la pobreza. Sus impactos positivos en la economía han sido ampliamente documentados en todos los ámbitos (educación, salud, agricultura, comercio, innovación…). En la crisis actual, diversos países han puesto en práctica políticas públicas que promueven su desarrollo. Los países del G20 han invertido durante este año más de 3 mil millones de dólares en eso. Australia construye una red de banda ancha que llevará la fibra óptica a los hogares. Estados Unidos discute la iniciativa “broadband for all”. Irlanda plantea la cobertura de banda ancha en todos los hogares. Portugal decreta “urgente” el desarrollo de redes de nueva generación. Singapur mejora y ampliación su banda ancha. ¿Por qué México ha decidido ir en contra de la tendencia internacional estableciendo un impuesto que frenará en lugar de promover el uso de internet?

La contribución del uso de internet al PIB es innegable. A pesar de que la economía mexicana sufrió una caída de 9.2% en el primer semestre de este año, las telecomunicaciones mantuvieron un ritmo de crecimiento de 12%. Como el impuesto propuesto (en cualquiera de sus versiones) aplicará de manera homogénea a todas las empresas prestadoras, es de esperarse que sea cargado a los consumidores y no absorbido por las empresas. Un aumento en precio, aun en escenarios de poca elasticidad, necesariamente se traduce en alguna disminución de la demanda. Esto llevará a la desaceleración en la demanda por nuevas conexiones (o inclusive decrecimiento) y a la disminución en el uso actual de internet. ¿Se está buscando que menos mexicanos usen los servicios y que los que continúan usándolos los utilicen menos?

No hay duda alguna de que la inversión en infraestructura de telecomunicaciones genera empleo: nuevos empleos directos en su construcción, despliegue y operación; empleos indirectos sustentados en la nueva infraestructura, y empleos creados por los efectos de externalidad de la red. A manera de ejemplo, a precios actuales, se estima que si se cubre la demanda insatisfecha por banda ancha, en México se crearían aproximadamente 39 mil empleos en el corto plazo. A menor demanda debida a un aumento de precio, menor será la inversión, lo que impactará negativamente la creación posible de empleo. ¿El uso de los recursos recaudados por este impuesto podrá generar más empleo? Creemos absolutamente que no.

Por otra parte, los impuestos que gravan a las telecomunicaciones en cualquiera de sus modalidades, tienen efectos regresivos para consumidores actuales y futuros, retardando la adopción de estos servicios.

La encuesta ENIGH 2008 demuestra claramente que entre menores son los ingresos en el hogar, mayor es el gasto proporcional en telecomunicaciones. El hecho de que parezca que la población más rica es la que mayor contribución hará a través de esta nueva contribución se debe sólo a que esta franja de la población ya consume estos servicios, pero no se considera a los usuarios potenciales del servicio. Los deciles más bajos de la población, impactados por el impuesto, harán una de estas cuatro cosas: uno, gastarán una proporción mayor de sus ingresos (en el decil más pobre, los pocos que utilizan internet gastan en promedio casi 11% del gasto total del hogar) y disminuirán el consumo de otros productos, con obvias consecuencias en su bienestar. Dos, dedicarán menor consumo a telecomunicaciones (con la consecuencia directa de menor derrame y menor utilidad). Tres, no contratarán el servicio, retrasando la incorporación del país al mundo digital. Cuatro, cancelarán el servicio, reduciendo el número de los usuarios. ¿Es deseable alguna de estas cuatro consecuencias? ¿Queremos afectar más a los que menos tienen?

En resumen, como hemos dicho arriba, este impuesto pone a México como contraejemplo del consenso internacional, disminuye o anula el efecto de derrame positivo de un bien con externalidades positivas bien documentadas, retrasa la inversión en infraestructura de telecomunicaciones, impacta negativamente la creación o preservación de empleo directo e indirecto, y afecta más a los que menos tienen.

El gobierno debe comprobar que el ingreso generado por este impuesto adicional a las telecomunicaciones va a generar una mayor contribución a la economía nacional que las externalidades y las derramas que se darían en caso de no existir el impuesto.

Ernesto Flores. Profesor Investigador Asociado, Telecom-CIDE