Por Víctor Hugo Michel
Si pudieran cotizar en Wall Street probablemente se les conocería como Zetacorp Inc., un corporativo con holdings en Centro, Sur y Norteamérica, ganancias multimillonarias al año gracias a sus inversiones en distintas áreas productivas, excelente posicionamiento comercial de su marca, algunos competidores feroces, miles de empleados y convenios estratégicos en distintos continentes.
Como cualquier otra empresa, tendrían un CEO (Chief Executive Officer), una junta de directores, administradores de área, abogados y hasta un sistema para la resolución práctica, eficaz y directa de controversias internas: la pistola.
Pero aun cuando por ahora Los Zetas no venden paquetes accionarios ni se han convertido en una sociedad anónima, para algunos de los principales cerebros militares en Washington, el brazo armado del cártel del Golfo ha comenzado su evolución hacia un nuevo nivel y hoy se asemeja más a una multinacional altamente exitosa tipo Fortune 500 —como Ford, McDonald’s o Apple— que a una simple pandilla callejera de sicarios.
“Los Zetas son ya un ejército privatizado que opera como una compañía trasnacional eficiente (…) lo que buscan no es destruir al Estado mexicano. Prefieren un Estado débil, un México a modo que los proteja de Estados Unidos”, sostiene un estudio ordenado por el Colegio de Guerra del Ejército estadunidense en torno al funcionamiento del grupo armado.
Elaborado por el Centro de Estudios Estratégicos (SSI) del Colegio de Guerra del Pentágono y enviado a los principales mandos militares de Washington, el Comando del Sur y el Comando del Norte a principios de este mes a manera de ficha informativa, el reporte busca analizar a fondo la psicología operativa detrás de Los Zetas, a los que califica directamente de “riesgo hemisférico” ante su capacidad para operar internacionalmente pero, principalmente, de pensar en términos económicos avanzados.
El estudio, advierte el SSI, “no necesariamente” refleja la opinión del Departamento del Ejército, de Defensa, o el gobierno de EU.
“La organización militar privada de Los Zetas es muy parecida a cualquier organización global de negocios que puede responder a cualquier reto, oportunidad o situación emergente con velocidad, flexibilidad y efectividad”, se expone en el reporte, elaborado por el especialista en movimientos armados mexicanos Maximilian Manwaring.
Manwaring, un ex coronel del Ejército de Estados Unidos convertido en analista de la Agencia de Inteligencia del Departamento de Defensa y en catedrático, es enfático al señalar que Los Zetas no pueden ser analizados como una estructura piramidal —con un jefe de jefes al tope—, sino más bien como algo parecido a “círculos concéntricos”, es decir, como una empresa con todo y su junta directiva.
“Esta agrupación comparte muchas de las características de una multinacional Fortune 500: es una organización que busca hacer dinero, expandir sus mercados y moverse y actuar libremente dentro de las jurisdicciones políticas en las que trabaja”, se argumenta en el reporte.
En el largo plazo, se indica, la principal prioridad de Los Zetas es “operar un negocio exitoso”, uno que pueda promoverse adecuadamente y protegerse de sus competidores al mismo tiempo que pueda diversificar sus actividades, limitar sus riesgos, aprender de sus errores y explotar oportunidades comerciales, como cualquier otra trasnacional.
Método Z: Buziness
Bajo esta tesis, cuando Los Zetas ordenan una ejecución no es sólo lo que popularmente se conoce como un ajuste de cuentas. Es, en realidad, un despido en su forma más extrema o un corporate takeover cuando se trata de un rival.
Para el SSI —institución conocida como la “materia gris” del Pentágono—, la aparición de Los Zetas se explica ante la transformación sufrida por México en las últimas tres décadas de una Nación-Estado a un “Estado-Mercado”, cimentado en el capitalismo y en el que la capacidad de ejercer violencia se vuelve un método atractivo para acumular ganancias.
Para esta organización, explica, no hay nada menos atractivo que realmente hacer desaparecer al Estado mexicano, como se hubiera propuesto en algún momento un grupo guerrillero. Por el contrario: Los Zetas quieren que el gobierno mexicano sobreviva… apenas.
Primer punto de la tesis: “Como una empresa, a diferencia de otras organizaciones militares privadas, grupos insurgentes y neopopulistas, la organización de Los Zetas parece no estar interesada en destruir por completo el tradicional sistema mexicano político-económico-social y reemplazarlo con uno propio. En cambio, pugnan por una opción menos radical: capturar el Estado”.
Segundo punto: “Para alcanzar este objetivo, los líderes de Los Zetas han determinado que, como un mínimo, deben poder viajar libremente, comunicarse y transferir fondos por todo el mundo. Para esto, necesitan estar cerca de centros poblacionales que funcionen. Por ello, Los Zetas no quieren un Estado completamente fallido. Prefieren a un México débil pero moderadamente funcional, un cascarón de soberanía estatal que los proteja de intervención del extranjero, particularmente de Estados Unidos, pero que les permita operar con impunidad”.
En el reporte del SSI se establece que, para encaminarse hacia este fin —el de dominar al Estado o debilitarle lo suficiente—, Los Zetas han logrado ubicarse como el modelo a seguir, la marca más confiable, un trademark reconocido en la calle de forma sencilla y directa por la población general como sucede con una Coca-Cola, una Big Mac u otros productos de fácil identificación.
“Aunque hay otras organizaciones militares privadas de sicarios en México, Los Zetas parecen ser el grupo más dirigido a obtener sus objetivos. La organización y planeación zeta ha sido impresionante y el valor de impacto en la opinión pública de sus operaciones es sin igual”, se añade.
Manwaring llega a una conclusión directa. Apunta a que el brazo armado del cártel del Golfo es una organización con bastantes cerebros funcionando:
“Después de revisar los hechos, los brutales métodos que Los Zetas usan para insinuar su poder sobre la gente, uno sólo puede entender que estos hechos criminales aparentemente al azar y sin sentido tienen en realidad objetivos político-psicológico específicos.”
Fuente: http://www.milenio.com
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