Por Geraldina González de la Vega.
I. Todos los primeros lunes de cada mes era la misma historia, ceremonia de honores a la bandera, nada me aburría más que pararme allí en el pasillo enfilada con mis compañeros durante más de una hora, después de haber tomado distancia extendiendo el brazo sobre el hombro del de adelante. Después salía orgullosa la escolta, los seis alumnos con mejores calificaciones en sexto de primaria, sonaba la música y una maestra gorda siempre nos regañaba si no saludábamos con la mano y el codo extendidos sobre el pecho, un fastidio. Después, el himno y el poema a la bandera, luego algunos “elegidos” leerían las efemérides del mes, con pésima entonación. Saldría de nuevo la bandera con honores y se harían algunos comunicados por parte de la dirección. Cada primer lunes durante toda la primaria el mismo rollo, que fastidio. No creo haber sido la única que alucinaba la ceremonia civíca.
En secundaria llevé dos años la materia, obligatoria hasta aquélla época, de civismo, en donde se nos enseñaba un poco acerca del sistema político y jurídico de México, una embarradita de historia, sociología, de economía, ciencia política y derecho, pero nunca se nos educó para ser ciudadanos. La ciudadanía se limitaba a respetar a la bandera, a saludarla con el brazo bien extendido y en posición bien firme, a cantar el himno con el corazón inflado, a escuchar el informe el 1 de septiembre, a gritar viva el 15, a ver los desfiles del 16 y del 20 de noviembre y a admirar a los niños héroes, quienes a su cortísima edad habían preferido morir, lanzándose al vacío, que ver un pedazo de tela en manos del enemigo.
Pasaron muchos años, vine a vivir a Alemania. Aquí no se realizan ceremonias cívicas, no es necesario explicar por qué les repugna todo lo que tenga que ver con la exaltación a la patria. La comparación entre ambos países es caprichosa y se debe a mi experiencia personal, pero vale la pena para justificar lo que quiero decir.
Aquí en Alemania el uso de los colores patrios, la bandera y el himno revivió apenas en 2006, gracias al campeonato de futbol. Antes era difícil que un alemán se atreviera a ondear su bandera, menos a colgarla de la ventana de su casa y todavía más extraño, pintarla en su cara. El himno es poco conocido, a propósito del campeonato y de que las cámaras captaran a espectadores y jugadores callados, un programa de T.V. preguntó a legisladores y otros políticos prominentes si conocían la letra del himno alemán, muchos sonrojados, aceptaron no saberlo. Los días de asueto cívicos en Alemania se limitan a uno: el 3 de octubre, día de la reunificación. No hay desfiles, los alemanes no gritan en la calle vivas, ni se tira conffeti negro, rojo y dorado. Tampoco se realiza una ceremonia de honores a la bandera. Ser patriota no significa ser hincha de una nación como pareciera que nos educan a serlo en mi país.
En México se ha arraigado el nacionalismo emotivo que en algún momento sirvió para aglomerar las distintas visiones de México que se tuvieron, primero durante los primeros años de la independencia y después en la época post-revolucionaria, como parte del discurso del PRI. La membresía a la nación mexicana se obtiene con la veneración a los símbolos patrios, por eso es un ultraje a la nación denostarlos; puedes ir a la cárcel por insultar a la bandera, pero en cambio, no entendemos como un ultraje a la patria la impunidad rampante, la corrupción, la ilegalidad.
El concepto al que quiero referirme es apropiado para la serie en que este artículo se incorpora: la celebración del Bicentenario de la Independencia de México y el Centenario de la Revolución Mexicana. En 1810 los mexicanos se unieron en torno a un ideal: la libertad. En 1910 lo hicieron en torno a otro, el de la igualdad. Pero ninguno es posible sin un gobierno de leyes. Si vemos como prioritario un patriotismo emotivo por encima de un patriotismo objetivo estaremos condenados a dar vueltas alrededor de ideales, sin lograr concretizarlos. Es éste pues el concepto al que quiero referirme: el Patriotismo Constitucional.
II. Debido al nacionalsocialismo que enalteció el etnicismo y el patriotismo hasta la locura, el sentimiento patriótico o nacionalista en Alemania se convirtió en un sentimiento prohibído, un tabú que aún hoy perdura. La confianza, la emotividad y el sentido de pertenencia se depositaron, de manera inconsciente, en la Constitución o Ley Fundamental, firmada en Bonn en 1949, y que despertó en los ciudadanos de la RFA un sentimiento patriótico concreto. Es decir, en lugar del clásico patriotismo abstracto sobre símbolos, etnicidad y mitos, el patriotismo alemán se volcó hacia la Ley Fundamental, la piedra angular de su democracia, de sus libertades y de su Estado social de Derecho, la razón de la paz interior y de su participación en la construcción de Europa. De ésta forma surgió el concepto de patriotismo constitucional para sustituir a aquél patriotismo que sucumbió en el fascismo.
El concepto, desde mi punto de vista, se convierte, hoy más que nunca, en una identificación necesaria ante un mundo globalizado en donde los seres humanos ya no deben buscar el refugio en su sangre, etnia, identidad nacional, en su bandera o en su himno, sino en la garantía de su igual dignidad, de sus libertades y de sus derechos: una constitución democrática. Y ello, no negaría en absoluto ninguna creencia, cultura ni ninguna tradición, más al contrario, las coloca a todas al mismo nivel. Precisamente por ésta razón, resulta tan ridículo e inútil el nacionalismo cursi de muchos mexicanos patrioteros quienes defienden el escudo nacional, pero no la Constitución mexicana. Quienes celebran con lágrimas en los ojos el 15 de septiembre, pero no respetan la ley ni buscan que el Estado mexicano sea un verdadero Estado de Derecho, quienes gritan ¡viva México!, pero hacen muy poco como ciudadanos para que se respete a los demás y a la ley, quienes honran a la bandera y al himno, pero son corruptos. Quienes se ofenden por el “uso indebido” de los símbolos, pero no se ofenden por la injusticia.
El concepto de patriotismo constitucional es un concepto para la ciudadanía de un Estado Constitucional, es decir, uno que se organiza con apego a las normas fundamentales codificadas en una constitución democrática. El patriotismo constitucional se presenta en un Estado como alternativa de cohesión junto con la comprensión étnica y cultural (y con el número cada vez mayor de migrantes y de sociedades multiculturales, se convierte en un concepto indispensable de integración). México no es una nación homogénea, por eso un patriotismo concreto podría ser la base para el respeto de las tradiciones y diferencias entre todos los mexicanos. De ésta forma la ciudadanía no se basa en una comunidad compartida de cultura, orígen y lenguaje, sino que se basa en valores políticos compartidos, como la democracia o la libertad de expresión.
El patriotismo constitucional se basa en un entendimiento republicano de nación que parte de que la nación es una comunidad de individuos con voluntades y que comparten una historia común, ciudadanos que se entienden entre sí como iguales y libres y que enaltecen la solidaridad. Una nación de ciudadanos se encuentra unida por una "praxis ciudadana" y no por características comunes étnicas o culturales. De manera que el patriotismo constitucional no implica el adoctrinamiento nacionalista que confundimos con civismo, ni ceremonias de honores a la bandera, mucho menos enredarse en la bandera nacional ni hacer la guerra en nombre del águila que devora a la serpiente, sino que implica una identificación de los ciudadanos entre sí y con los valores fundamentales, las instituciones y los procedimientos de un orden político básico y una constitución republicanos, así como la activa participación ciudadana en las cuestiones del Estado. El patriotismo constitucional parte de la idea de que los ciudadanos se ven y se respetan como iguales, no sólo iguales en dignidad, sino iguales en intereses y valores. Un verdadero patriota no distingue entre compatriotas. Todos son iguales, comparten. Por ello el concepto de solidaridad debe formar parte inseparable del patriotismo, no sólo concreto, también abstracto.
Otro concepto central sería el interés por las cuestiones políticas, desde ir a votar hasta la activa participación en la conformación de políticas, ya sea mediante iniciativas ciudadanas o partidos políticos. Una nación con un patriotismo constitucional arraigado tendría, en teoría, un dominio racional de sí misma frente a cuestiones políticas en el marco de un discurso racional. Los ciudadanos tenderían a analizar, a exigir y a criticar. Por ello resulta indispensable que en México se eduque para la ciudadanía, esas horas bajo el sol rindiendo culto a la patria, deberían aprovecharse para la lectura de la Constitución mexicana, para explicar sus alcances y significados.
El desarrollo de un patriotismo constitucional no implica la desaparición del patriotismo emotivo. Una identificación afectiva es posible –y deseable- y no debe desaparecer, después de todo, eso que nos identifica como mexicanos o como campechanos o regiomontanos, se compone también por los símbolos y ceremonias o fiestas. Tampoco el concepto de patriotismo constitucional se refiere en lo absoluto a una aceptación sin compromisos del Estado, de la Constitución y de sus reformas, al contrario, describe un reconocimiento primario de los valores fundamentales y universales y de manera secundaria una identificación con el Estado y la Constitución, que reflejan estos principios o valores.
III. El patriotismo clásico o emotivo requiere hoy más que nunca del patriotismo constitucional, México requiere de ciudadanos capaces de construir y sostener una democracia constitucional que garantice la igualdad y la libertad.
Atendiendo al entendimiento cíclico que muchos mexicanos ven en la primera década de los últimos siglos, propongo que 2010 sea el año en que los mexicanos nos unamos en torno a un ideal que haga posibles los de libertad e igualdad, por los que desde el Grito de Morelos México ha luchado: la democracia constitucional.
En suma, creo que a la hora del BiCententario lo que nuestra patria necesita es un patriotismo menos abstracto y más concreto, menos emotividad y más racionalidad, menos símbolos y más principios y sobre todo más educación para la ciudadanía.
*El concepto originalmente fue concebido por Dolf Sternberger y después recogido por el ex- Presidente de Alemania Federal, Richard von Weizsäcker, así como por Jürgen Habermas. Sin embargo, ha sido éste último quien más lo ha trabajado.
*Geraldina González de la Vega, mexicana. Licenciada en Derecho por la Universidad Iberoamericana, Especialista en Acción Política del Colegio de Abogados de Madrid y la Universidad Fco. de Vitoria y Maestra en Derecho Público por la Anáhuac del Sur. Especializada en Derecho Constitucional y Político. Becaria Conacyt 2004-08 para estudios de posgrado en la Universidad Heinrich Heine en Düsseldorf, Alemania.
Autora de Gera´s Place, blog de divulgación y análisis sobre política y jurisprudencia alemana e hispanoamericana: http://gerasplace-reloaded.blogspot.com
Ha publicado artículos en diversas revistas especializadas. Autora del libro: Ouroboros. Reflexiones sobre el sentido de lo constitucional.
Fuente: Centro de Inteligencia Política (CEINPOL) www.centrodeinteligenciapolitica.com
1 comentario:
Gracias por citarnos.
Un gran abrazo.
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